Consagración: Parte 2/6: "Volviendo nuestras vidas a …
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Volviendo nuestras vidas a la oración<?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" />
"Para convertir nuestras vidas en oraciones" significa querer vivir y conversar con Jesús y <?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" />la Madre María a cada momento, ofreciendo la totalidad de nuestras vidas al Señor, a través de la Madre Maria. Jesús hizo esta dedicación conociendo a todos los niños en el mundo, diciendo: "Convertir sus vidas en oraciones significa ofrecer la totalidad de sus vidas a Mí, a través de mi Madre como personas más y más pequeñas, incluso cuando sus ideas sean imperfectas." (13 de Junio de 2000)
Por lo tanto, tenemos que ofrecer todo lo que hacemos en nuestras vidas, incluso los temas más pequeños y más triviales, y aparentemente inútiles. Cuando hacemos todas las cosas (comiendo, poniéndonos la ropa, etcétera) en el nombre de, con, y por el bien de Nuestro Señor, estamos respirando, moviéndonos, y viviendo en el Señor, y es el Señor, no nosotros mismos, el que vive en nosotros. Esta dedicación, de convertir nuestras vidas en oraciones, es un obsequio asombroso del amor del Señor y de la Madre María, y es un atajo para practicar los mensajes de nuestra Señora de Naju, tanto, como la espiritualidad de nuestra Señora de Naju.
"Ése es porque, convirtiendo su vida en oraciones, que usted ha ido implorando (otros lo practican) y cual ofrece y se convierte totalmente en oraciones, en todo momento, desde que usted despierta, hasta el momento en que usted se queda dormido, no descuidando ni siquiera las pequeñas y triviales cosas, se disuelven en mi Sagrado Corazón y en el Inmaculada Corazón de Mi Madre, y se hacen uno (con ellos); jala los clavos uno tras otro, que los niños del mundo han clavado en Mí, ofendiéndome; y se hace oraciones del consuelo, que pasan un trapo a las lágrimas y lágrimas de sangre de mi Madre María." (2 de noviembre de 2000)
Por eso, cuando hacemos los sinceros esfuerzos, de ofrecer, todo en nuestra vida cotidiana al Señor, a través de Mamá María, sin descuidar las cosas más pequeñas y triviales, el Señor y la Madre María convertirán, nuestros esfuerzos en grandes méritos, quitando los clavos introducidos en los Corazones de Jesús y de la Madre María, y curando Sus Corazones rotos. Ellos (nuestros esfuerzos) también se volverán gloria, elogio, y consuelo al Señor y a Mamá María, y nos dejarán caminar el camino de la santidad y la perfección como las humildes y pequeñas almas, y nosotros, en el último día, tendremos el derecho y privilegio de escoger y comer frutas del árbol de la vida eterna en el Cielo.
Por lo tanto, esta simple y humilde dedicación de convertir nuestra vida en oración, es certera señal, de que el Señor y la Madre María quieren que, no sólo algunas almas especiales, sino todos los niños del mundo entero adquieran y disfruten el Cielo.
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