LOS
MENSAJES
Julio 18, 1985
Mientras estaba rezando (Julia), la Santísima Madre me dejó participar
en los dolores de su pecho. Después de
unos treinta minutos de intensos sufrimientos, ella empezó a hablar por medio
de su estatua con una voz dolorosa, ansiosa e indescriptiblemente bella.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Estoy triste. Muchas personas
todavía tienen dudas aun después de ver mi sudor de sangre y mis lágrimas y
dicen que éstas pueden ser gotas de agua nada más. No creen. Te pido que
difundas la verdad.
¿Sabes tú de qué manera se está desgarrando el Corazón de mi Hijo
Jesús? Su Corazón se está desgarrando
constantemente, conforme se multiplican los pecados de los humanos y se
extiende el desorden. Haz reparaciones.
Extiende la fragancia de rosas por todo el mundo para la prevención de
las guerras y la conversión de los pecadores.
Esto es verdaderamente un arma.
Mi Corazón está roto a causa del ilimitado control de natalidad. Procura evitar los abortos y reza por
aquellas personas que los llevan a cabo.
Extiende el fuego de amor que está ardiendo en mi Corazón. El fuego de amor...
Quiero que seas feliz. Un
hombre y una mujer se casan para que puedan tener una vida feliz. Pero a mi hijo se le rompe el Corazón cuando
ellos se odian mutuamente y no se perdonan el uno al otro. Ámense los unos a los otros. ¿Quiénes son tus prójimos más cercanos? ¿Cómo pueden decir que me aman a mí y que
aman al Señor cuando ni siquiera aman a los de su misma familia? Santifiquen a su familia por medio del amor
y de la armonía. De esto tiene sed mi
Hijo Jesús.
Logren la unidad entre aquellos que hacen mi trabajo. Al hacerlo, conviértanse en víctimas de
sacrificio (almas víctimas). Les falta
unidad a aquellos que trabajan por mí y por Jesús. Como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Uno, ustedes
también deben ser uno. Sean un buen
ejemplo para otros uniéndose en la humildad.
Agosto 11, 1985
Durante mis oraciones, soplaba un viento fuerte con mucho ruido, casi
apagando la vela delante de la estatua.
Escuché la voz de la Santísima Madre, igual a la del 18 de Julio.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Alaba al Señor.
No llores por mis lágrimas.
Observa y consuela a mi Hijo Jesús quien tiene una corona de espinas y
derrama sangre y sudor.
Recen sin cesar por los sacerdotes.
Son ahora como una vela delante del viento. Están expuestos a tentaciones.
Las ventanas de los seminarios se quedan abiertas. Por las ventanas abiertas se asoman tres
demonios (del orgullo, del materialismo y del deseo de la carne). Cierren las ventanas de los seminarios.
Ofrézcanse en sacrificio por los sacerdotes. Yo también los estoy ayudando.
Por lo tanto, apóyenlos siempre, porque ellos son mis hijos más
preciosos y más amados.
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