Febrero 11, 1992
- Festividad de Nuestra Señora de
Lourdes
Había un mensaje de la Santísima Madre después de la Misa nocturna en la
Iglesia del Sacramento en Manila. Yo
había llegado en Febrero 7 para difundir los mensajes de la Santísima Madre en
las Filipinas. La Misa fue celebrada
por el Padre con mucho fervor. Recibí
la Santa Comunión e inicié una meditación.
En ese momento, percibí una fuerte fragancia de rosas e incienso y
escuché la amable, amorosa y dulce voz de la Santísima Madre del Cielo.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Logren la unidad en el amor entre todos ustedes.
Miré en la dirección de su voz, pero no la podía ver.
Julia: ¡Sí, Madre! Somos hijos de un Dios y de una Madre. Hablamos diferentes idiomas pero
ciertamente somos hermanos y hermanas
amándonos unos a otros. Ahora somos
hermanos cercanos.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Sí. Se han hecho hermanos por
medio de la Preciosa Sangre del Señor.
Yo, su Madre Celestial, siempre estaré con ustedes para ayudarlos a que
se amen más los unos a los otros como la tierra seca sedienta de la
lluvia. No se preocupen por los
resultados, y síganme como niños.
Entonces, los abrazaré a cada uno de ustedes en mi Inmaculado Corazón y
los bendeciré derramando fragante aceite de amor sobre ustedes.
La Santísima Madre terminó de hablar y se hizo un silencio. La gente dijo que habían percibido la
fragancia de rosas en la Iglesia desde esa mañana.
Julia: ¡Madre de Amor que estás en todo
el mundo! Ruego para que el Reino del
Señor venga y se obtenga pronto el triunfo de tu Inmaculado Corazón.
Mayo 27, 1992
- En Tierra Santa
Mientras estaba haciendo el Vía Crucis en la Vía Dolorosa en Jerusalén
cargando una cruz, mi corazón me dolía tanto que sentía que iba a
estallar.
Jesús estuvo sufriendo no solamente por el peso de la Cruz, sino a causa
de los dolores y el agotamiento por tantos azotes y por la corona de
espinas. Cuando Él cayó, tuvo que
pararse otra vez por la conversión de los pecadores. ÉL cargó la Cruz hasta el final con amor, derramando sangre y
sudor.
Jesús nos amó tanto que Él se hizo nuestro Alimento y se quedó con
nosotros aun en estos tiempos.
Yo estaba cargando la cruz con el fin de consolar a Jesús aunque fuera
un poco. Mi cara estaba cubierta con
sudor y lágrimas. Lloré tanto que no
sabía en que estación estábamos.
Alguien me dio unos pañuelos desechables y me limpie la cara con ellos.
De repente, mi esposo y otros gritaron, “¡Es sangre!” y empezaron a llorar. Cuando vi los pañuelos desechables vi que era sangre.
Alguien me dio un pañuelo con el cual me limpie la cara otra vez. Había sangre en el pañuelo también. Les pregunté a los otros si podían ver
sangre en mi cara. Ellos dijeron que
solamente veían sudor y lágrimas. Las
marcas de la sangre en el pañuelo se estaban extendiendo como ramas de un
árbol. Era la Sexta Estación (donde Verónica limpió la Cara de Jesús con
su velo). Cuando llegamos a la
Doceava estación, escuché la voz de Jesús.
JESÚS:
¡Mis amados hijos! Yo soy
Amor. ¿Acaso no me entregué completamente? Si saben que estoy derramando sangre, sudor
y lágrimas de sangre por ustedes aun en este momento, limpien mi Sangre y sudor
con sus vidas. Sus vidas deben ser
vidas de conversión. Allí está Judas
también, quien me insultó. Pero, igual
que María Magdalena, todos ustedes se deben convertir y caminar hacia Mí
sosteniendo las manos de María, Mi Madre, con fuerza en este mundo
peligroso.
Cuando Jesús terminó de Sus palabras, observé que mi costado estaba muy
hinchado y los demás también lo podían ver.
Además había moretones en todo mi cuerpo.
¡Gloria y alabanza al
Señor! Amén. Aleluya.
Mayo 31, 1992
- Festividad de la Ascensión
de Nuestro Señor en Corea; en Lourdes, Francia.
Junto con los peregrinos coreanos y filipinos que me acompañaron en el
viaje, fui a Misa, la cual fue celebrada por el Padre Jerry Orbos de las
Filipinas a las 3 p.m. en una pequeña capilla en la Catedral en Lourdes. Mientras meditaba después de recibir la
Santa Comunión, escuché la voz amorosa, amable y angustiosa de la Santísima
Madre.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Hija! Mira a esos numerosos
hijos. Son tan pocos los hijos que
tratan de limpiar las lágrimas que fluyen de mis ojos misericordiosos con el
fin de aplacar la ira de Dios. Las
lágrimas no se secan en mis ojos, porque muchos hacen compromisos con su
egoísmo y no con los santos asuntos celestiales.
Esa es la razón por la cual llamo a todos especialmente, pidiendo sus
oraciones y reparaciones por la conversión de los pecadores. Si ustedes se unen los unos a los otros en amor y me siguen, se
convertirán en una gran red de amor. El
Señor los usará como una red que atrapa gente y, por lo tanto, se logrará la
salvación.
¡Mi amada hija! Difunde mis
mensajes de amor con valor en todas las esquinas del mundo. Tendrás muchas dificultades, pero no olvides
que siempre estaré contigo. Ofrece
sacrificios y expiaciones sin cesar por amor a mis queridos hijos. Tus dolores que causan sangrado dentro de ti
ciertamente no serán en vano.
¡An-nyoung!
Junio 1, 1992
- En Roma.
Ni siquiera podía estar de pie a causa de los severos dolores desde
ayer. Eran dolores de embarazo, dolores
que paralizaban un lado de todo mi cuerpo y dolores que me hacían incapaz de
levantar o de voltear mi cabeza. Ofrecí
estos dolores por la conversión de los pecadores.
La Misa había sido programada en una iglesia, por lo que pensé que no
iba a poder ir a Misa hoy. Pero tenía
un fuerte deseo de ir a Misa y pensé, "Qué
maravilloso sería si la Misa se pudiera celebrar en el hotel." ¡Qué sorpresa! Alguien me dijo que la Misa iba a ser celebrada en el hotel.
Así es que, asistí a Misa sostenida por otras personas. Cuando recibí la Santa Comunión percibí el
olor de sangre. Mi esposo, Julio, el
sacerdote y otros vieron la Hostia sangrando en mi boca. Oí la dulce y misericordiosa voz de Jesús en
ese momento.
JESÚS:
No te preocupes, y sígueme con una total confianza en Mí. Estaré con todos ustedes igual que estoy con
ustedes ahora en donde sea que estén.
Siempre que vengan a Mí por medio de María, Mi Madre, recibirán la luz
de la bendición.
Cuando Jesús terminó de hablar, desaparecieron todos los dolores en mi
cuerpo. Todos estaban aplaudiendo de
alegría y alabaron al Señor.
Junio 2, 1992
- En Lanciano, Italia.
Asistimos a Misa en la iglesia de Lanciano, donde ocurrió el milagro del
Santísimo Sacramento durante una Misa hace unos 1,300 años. La Hostia se transformó en músculo del
corazón y la Sangre de Jesús en el Cáliz en la forma de vino, también se
transformó en sangre humana, y se conservan en esa iglesia.
Cuando el Padre Orbos consagró el pan y el vino y se los ofreció a Dios
Padre, se observó una luz que caía sobre el Padre y, entonces sobre mí y todos
los demás que asistieron a la Misa.
Recé después de recibir la Eucaristía.
Entonces, me pasé la Hostia.
Pero un pequeño pedazo de Hostia permaneció en mi lengua y se estaba
haciendo más grande. Yo estaba tan
sorprendida que se la enseñé a mi esposo, Julio. Otras personas también vinieron y vieron que el pequeño pedazo de
Hostia estaba creciendo y convirtiéndose en sangre. Ellos estaban llorando en voz alta. En ese momento, escuché la cálida pero estricta voz de Jesús
viniendo del cielo.
JESÚS:
Yo soy Luz. Yo soy la Luz del
Amor que ahuyenta la oscuridad. Intento
dejar que todos ustedes reciban Mi Luz de Amor y, por lo tanto, repeler la
oscuridad de este mundo que se está convirtiendo en un gran desierto.
Diciembre 8, 1992
- Festividad de Nuestra Señora de
la Inmaculada Concepción; Quinto Aniversario de haber movido su estatua a la
Capilla.
Estábamos rezando el rosario en el servicio nocturno de oración. En la Quinta Decena de los Misterios
Gozosos, de repente se puso muy brillante alrededor de la estatua de la
Santísima Madre. La estatua se convirtió
en la siempre viva y hermosa Santísima Madre.
Era cerca de las 11 p.m.
Un rato después entré en éxtasis y vi a la Santísima Madre derramando
lágrimas y lágrimas de sangre. En ese
momento, empecé a escuchar la voz amable, amorosa y al mismo tiempo solemne de
Jesús, aun cuando no lo podía ver a Él.
JESÚS:
¡Mis amados hijos! Hoy es la
Fiesta con la que recordamos la Inmaculada Concepción de Mi Madre María en
preparación para Mi Encarnación en este mundo.
Era parte del plan de salvación de Mi Padre. Pero, como les dije antes, si ella no hubiera dicho, "Yo soy la esclava del Señor. Que se haga en mí según Tu palabra,"
Mi
Padre no hubiera podido hacer nada, ya que Él le dio el libre albedrío. Por lo tanto, todos ustedes también deben
decir un humilde "Sí" siguiendo el
ejemplo de Mi Madre María.
Admitiendo sus pecados en una forma sencilla y humilde y en obediencia,
aspiren cada vez más a tratar de seguir el camino de Amor de las personas
insignificantes, amando y confiando en Mi Madre. Entonces, sus apegos a los placeres, a la reputación, al status
social, al poder, a los bienes materiales, al orgullo y a salvar las
apariencias será reemplazado por actos heroicos.
No bajen su cruz, aun cuando se sienta muy pesada. Si ustedes la bajan, la maldad entrará en
sus corazones inmediatamente y tomará control del corazón con una explosión de
pasiones. Despiértense rápidamente y
recen.
Demasiados de mis hijos holgazanean afuera de la puerta y no pueden
reunirse conmigo, porque no aceptan los mensajes de amor de Mi Madre mientras
insisten en su propio camino de fe que ellos han recibido y les están dando a
otros.
¡Mis amados hijos! Escuchen
bien. Tengan presente que Mi Madre
solamente los guía a una vida de intenso amor dentro de Mi noble Corazón. Vengan a Mí rápidamente por medio de Mi
Madre, que es el camino corto hacia Mí.
Mi Corazón sufre intensamente, porque ella recibe demasiado dolor por
ustedes y los llama una y otra vez para difundir Mi Amor aun hasta el punto de
que su garganta comience a sangrar, pero ella no es respetada por sus hijos en
el mundo aun en esta gran Festividad de ella.
Limpien sus lágrimas de sangre rápidamente con sus vidas, consolándola
con amor y respetándola.
Mi Madre prepara un refugio seguro en su Inmaculado Corazón para todos
ustedes y los guía a ustedes a Mí. La
hora de los dolores y del castigo de Getsemaní y del Calvario se acerca a los
hijos del mundo. Pero la puerta del
Cielo se abrirá a través de las oraciones, amables consagraciones y esfuerzos
sangrientos de ustedes, Mis pequeños hijos.
No tengan miedo. Yo estaré con
ustedes siempre.
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, la luz desapareció y la
siempre viva Santísima Madre se regresó a la estatua. Durante el servicio de oraciones, el aceite continuó fluyendo de
la estatua. La fragancia del aceite
llenó la Capilla.
Diciembre 14, 1992
- Festividad de San Juan de la
Cruz, Sacerdote y Doctor
Desde las 6:30 p.m., transmití los mensajes de la Santísima Madre a
aquellos que estaban en la Iglesia Greenbelt en Manila, Filipinas. En medio de las oraciones, se vio una
brillante luz en lo alto. Cuando
observé, vi que venía del cuadro de Jesús, Quien estaba abriendo Sus
brazos. La luz se estaba irradiando
como luz del sol y brillaba sobre todos aquellos que estaban en la
iglesia. En ese momento, la Santísima
Madre se apareció cerca del Crucifijo, sonriendo cálidamente y llevaba puesto
un vestido blanco y un manto azul.
Cuando ella abrió sus brazos, una fuerte fragancia de rosas llenó la
iglesia. La Santísima Madre habló de
una manera muy amigable y suave.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mis amados hijos! Vengan a mí
rápidamente y pónganse totalmente en mis manos con fe y confianza. Yo, su Madre Celestial, siempre estaré con
ustedes.
Yo soy la Madre de todos ustedes.
Acérquense a mí sobreponiéndose a las diferentes nacionalidades y
fronteras nacionales. Cuando ustedes
crean en mis palabras y me sigan totalmente, entonces mi protección y mi amor
estará con ustedes y grandes bendiciones de Dios serán derramadas sobre
ustedes.
Entonces, la Santísima
Madre dejó caer unas rosas sobre nosotros.
Casi todas las personas que estaban presentes allí, excepto algunos que
tenían sus ojos cerrados, vieron la luz y a la Santísima Madre. Aún aquellos con sus ojos cerrados
atestiguaron que ellos sintieron la luz y la presencia de la Santísima
Madre. Algunas personas recogieron los pétalos
frescos.
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