Vida Consagrada
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Enero 1, 2002
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Solemnidad
de María, Madre de Dios
Cerca de las 10
a.m., estaba yo rezando junto con varios ayudantes bajo el Crucifijo en la
Montaña de la Santísima Madre. Pedí
que, con la Sangre Preciosa de las Siete Llagas de Jesús y las lágrimas y lágrimas
de sangre derramadas por la Santísima Madre, nuestras almas y cuerpos que
ensuciaron con manchas sean lavados y limpiados y que cualquier bloqueo en
nuestro interior sea abierto para que podamos trabajar como instrumentos
humildes para la gloria de Dios y el triunfo del Inmaculado Corazón de María,
con cuerpos y almas saludables.
También pedí
gracias sobre los hijos que no estaban allí pero que han sido llamados por el
amor y gracias del Señor y de la Santísima Madre y las mismas gracias para
aquellos que estuvieron en contra nuestra.
Cuando toqué los pies de Jesús con mis manos, vi una gota de sangre en
el dedo medio de Su pie derecho, que parecía estar a punto de caer en cualquier
momento. Estaba sorprendida y
grité, "¡Ah!" Mientras miraba hacia
arriba desde debajo de los pies del Señor, la gota de sangre cayó hacia mi
boca. Estaba sorprendida y grité de
nuevo. Yo traía puesta una mascada
sobre la boca y nariz debido al clima frío y con viento, pero Jesús Eucaristía
pasó a través de la mascada y descendió en mi lengua. En ese momento, escuché la voz amable y llena de amor de Jesús.
JESÚS:
¡OH, oh, Mi pequeña
alma amada! Esta es la comida celestial
que te doy para derramar completamente la totalidad de Mi Amor a ti. Apresúrate y recíbela y consúmela.
Todo esto sucedió
en un abrir y cerrar de ojos. Mi dedo
medio derecho estaba manchado con sangre fresca. Debo haber tocado la Sangre del Señor cuando toqué Sus pies. Un hombre
que estaba cerca de mí dijo que él también vio la sangre en el dedo del
pie del Señor y creyó que yo estaba tratando de limpiar la sangre del pie del
Señor con mi dedo.
Gloria, alabanza,
acción de gracias, y adoración al Señor por siempre y para siempre. ¡Amén!
Enero 3, 2002
Con objeto de hacer
reparación por al menos algunos pocos de los insultos que Jesús ha recibido,
medité y oré en las Estaciones de la Cruz en la Montaña de la Santísima Madre
junto con varios ayudantes.
Cuando llegamos a
la Segunda Estación, uno de los ayudantes oró, "¡¦ ¡Jesús! Ha sido muy difícil para Julia, sufriendo
varios tipos de dolores día tras día.
Ella tampoco puede dormir por los dolores. Tiene que cambiarse de pijamas ocho o nueve veces cada noche por
causa del intenso sudor de su sufrimiento en la noche. ¡Jesús!
Deseo que ella pudiera dormir aunque sea por un momentito sin
sufrimiento." Al escuchar su oración,
de inmediato oré, "¡OH, oh, Jesús! Para
mí todos estos son dolores alegres.
Cada vez que cambio mis pijamas empapadas de sudor, pido que sean
removidas todas las cosas malas en las almas del mundo, y ofrezco mis dolores
como sacrificios y reparaciones. Estos
son dolores que traen esperanza. Soy
tuya, si vivo. Soy tuya, si muero. Úsame como el Señor quiera; hágase Tu Voluntad." En ese momento, escuché la amorosa voz de la
Santísima Madre.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Sí, eso es. ¡Mi amada pequeña alma que encuentra alegría
aun en sufrir dolores! Tu sueño es
turbado por tener que cambiar tus ropas empapadas de sudor, pero mi Hijo Jesús
y yo somos confortados en tu corazón que ofrece amablemente los dolores que
sufres toda la noche como penitencia por los pecados cometidos por los
buscadores de placer, quienes incurren en todo tipo de conductas obscenas en la
noche y recurren al aborto que viene en consecuencia, y como sacrificios y
reparaciones para reparar el Sagrado Corazón de mi Hijo Jesús y mi Corazón
Inmaculado que han sido heridos.
¡Mi amada
bebita! Los dolores que sufres son
extremos, porque se necesitan almas que ofrezcan sacrificios y reparaciones
para salvar aunque sea un alma más, ya que muchos niños en el mundo, hombres y
mujeres, viejos y jóvenes, se dan al placer, cometen pecados de obscenidad, y
de esta manera se sumergen incesantemente en el pantano del mal, una trampa
puesta por los demonios, son sepultados en él y se hacen esclavos del pecado.
¡Mi amada
hija! Tus sacrificios y penitencias son
reparaciones por los pecados de obscenidad y los pecados contra la castidad que
se cometen en la noche, y ayudarán a que las gracias de arrepentimiento fluyan
en aquellos que cometen estos pecados.
Por lo tanto, ofrece más amablemente los dolores que se te dan.
¡Mis pequeñas almas
que están tratando de participar en el sufrimiento de mi amada hija! A través de las oraciones, sacrificios y
reparaciones que ustedes, quienes han sido invitados como pequeñas almas,
ofrecen devotamente y en unidad, en la alegría de la unidad con los Santos, mi
Corazón Inmaculado ardiente seguramente triunfará.
Cuando estábamos en la Decimosegunda Estación, mi corazón latía rápidamente,
y sentí una dolorosa presión en el pecho.
El dolor era tan severo que apenas podía respirar. Sin poderme mover, apreté mi pecho con mis
manos y gemí yaciendo en el suelo. En
ese momento, (tuve una visión de) un soldado Romano traspasaba el costado de
Jesús con una lanza para confirmar Su muerte.
En ese mismo momento, sentí un dolor extremo de haber sido traspasada en
mi costado por una lanza. Entonces, la
Santísima Madre continuó hablando.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mi amada
hija! Los pecados de obscenidad que
cometen los niños del mundo buscando placer, no sólo ocurren en la noche sino
día y noche indiscriminadamente, lo cual da regalos de alegría a los
demonios. Ellos no pueden alejarse de
la ilusión que los hace pensar que el mal es bueno, y están corriendo a la
muerte eterna. Este mundo deplorable ha
alcanzado finalmente esa espantosa fase.
¡Oh, mis niños que dan lástima!
Si se enfrentan a la muerte sin arrepentirse, sólo el juicio severo de
Dios estará esperándolos. . .
De todas maneras,
manteniendo en mente que el Señor les está dando otra oportunidad para
arrepentirse, porque los quiere mucho, den gracias en todo momento y no
abandonen aun a esas almas, quienes recibieron gracias pero las alejaron de
ellas. En vez de ello, dense prisa en
ofrecer oraciones, sacrificios y reparaciones más humildemente para su
retorno. Por lo tanto, conecten
permanentemente al Misterio Pascual sus vidas consagradas convirtiéndolas en
oraciones.
¡Todos mis amados
niños en el mundo! Todos los humanos están
destinados a morir por causa del pecado de Adán, pero, si aun los pecadores más
perversos abren ampliamente las puertas de sus corazones, se arrepienten, se
acercan (al Señor y a mí) como pecadores, y piden perdón, no se les harán
preguntas sobre su pasado sino que serán bendecidos. Ellos obtendrán el Árbol de la Vida Eterna gracias a mi Hijo
Jesucristo y cantarán la gloria del Señor en el banquete celestial llenos de
gozo, amor y paz.
Enero 5, 2002
Primer Sábado
Estaba haciendo las Estaciones de la Cruz en la Montaña de la Santísima
Madre, meditando en el ilimitado amor de Jesús que subió el Monte Calvario
cargando la Cruz en silencio y con amor a pesar de los crueles dolores que
estaban más allá de la imaginación humana.
Cuando estaba pensando sobre cuán doloroso debió haber sido para Él
momento a momento ya que Él también tenía un cuerpo humano, mis ojos se
llenaron de lágrimas.
En la Séptima
Estación donde Jesús cayó la segunda vez, tuve una visión de un soldado Romano
golpeando sin misericordia a Jesús en su mejilla izquierda (el pómulo izquierdo
justo abajo del ojo) con su puño cerrado.
En ese momento, otro soldado pateó a Jesús violentamente como si tratara
de superar al primer soldado.
Simultáneamente sufrí los dolores que los soldados romanos inflingieron
a Jesús con sus actos de profanación e instantáneamente rodé varias veces por
tierra. Un poco después, cuando recobré
la conciencia, me di cuenta que había una cortada grande en mi mejilla izquierda. Como el dolor era particularmente severo,
entendí que Jesús fue golpeado repetidamente en la misma herida en Su cara. En
la Novena Estación, Jesús podía levantarse con gran dificultad y sólo después
de varios intentos fallidos, sin la ayuda de nadie, ya que había perdido casi
toda Su energía. Después de que Jesús
se levantó, un soldado romano continuó azotándolo y pateándolo cruelmente como
para ridiculizarlo. Era una escena que
uno no podía ver con los ojos abiertos.
En ese momento, participé en los dolores que Jesús sufrió. Como estaba siendo azotada y pateada
cruelmente, caí y rodé por tierra. En
la Décima Estación, mucha gente estaba ridiculizando a Jesús con toda clase de
insultos y maldiciones, golpeando frecuentemente el cuerpo de Jesús. Cada vez que golpeaban y ridiculizaban a
Jesús desde todas direcciones, mi cuerpo era sacudido también. Cuando le pegaban más fuerte a Jesús, mi
cuerpo era sacudido más violentamente. En la Decimosegunda estación, tuve una
visión de Jesús en Su última respiración en la Cruz y un soldado romano
atravesando el costado derecho del Señor con una lanza. En el mismo momento, una lanza atravesó mi
costado y penetró mi corazón. Esto
ocurrió instantáneamente y fue acompañado de un dolor verdaderamente
increíble. Grité fuertemente "¡Aak!" y
caí hacia atrás. En ese momento, Jesús
abrió Sus brazos e irradió luz sobre todos nosotros. Dije en voz alta, "¡Reciban la luz!" La luz que salía de ambas manos de Jesús brillaba sobre la
cabeza de todos. Segundos después, la
luz se tornó en gotas de sangre y cayeron en la cabeza de todos. Luego, escuché la amable, agradable y
maravillosa voz de la Santísima Madre
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mi amada
hija! ¡Mi adorable hija que encuentras
alegría en el sufrimiento porque quieres volverte un pañuelo de amor para limpiar
la sangre y sudor de mi Hijo Jesús y mis lágrimas de sangre, volverte pinzas de
amor para extraer los clavos del Sagrado Corazón de mi Hijo y de mi Inmaculado
Corazón, y volverte sastre para remendar el Sagrado Corazón de Jesús y mi
Inmaculado Corazón que han sido desgarrados!
Tus dolores sangrientos no quedarán sin frutos, y, a través de los
sacrificios y reparaciones que ustedes ofrecen, muchas almas recibirán la
gracia del arrepentimiento. Por lo
tanto, vuélvanse una red de un amor aún mayor y avancen vigorosamente haciendo
su mejor esfuerzo de una forma heroica en respuesta a mi deseo de salvar a
todos los niños en el mundo.
Enero 6, 2002
Hoy es la gran fiesta de la Epifanía conmemorando la manifestación
pública y la adoración del Señor. Aun
así, no pude ir a la iglesia, porque tengo que obedecer al Pastor. En su lugar, celebramos la Liturgia de la
Palabra en mi casa, meditando en el Amor sublime y humilde del Señor que es de
la misma substancia que Dios Padre y aún así no le importa recostarse en un
humilde establo en vez de un trono de oro.
El Dr. Ricardo y sus compañeros también rezaron con nosotros. Mientras meditábamos y rezábamos, escuché la
amable voz del Señor.
JESÚS:
¡Mi amada pequeña
alma! ¡Mi pequeña niña que da lástima
quien medita más profundamente en el Misterio Pascual de la Última Cena y busca
ardientemente estar unida a Mí mientras participa en la Liturgia de la Palabra,
confiando todo a la Voluntad de Dios como Mi Madre que dijo el "Fiat" en
forma simple, con tan sólo humildad y obediencia, sin poner atención a los ojos
del mundo ni a palabras de crítica, y sin calcular o sopesar con
consideraciones humanas!
Porque volteas
hacia Mí y te confías a Mí completamente a través de Mi Madre con una confianza
total en Mí, no te quejas mientras participas en la Liturgia de la Palabra sino
que encuentras alegría en hacerlo. Yo moro
en un corazón tan bello, bien adornado con tu amor incondicional y fe
total.
Por esta razón, hoy
que voy a mandar a San Miguel Arcángel con la Eucaristía de un tabernáculo, la
cual has esperado y querido tan ardientemente, y voy a dártela como Mi regalo,
únete a Mí más íntimamente.
En ese momento, una luz muy poderosa bajó de lo alto. Cuando vi hacia arriba, dos Hostias Sagradas
venían bajando envueltas en la luz.
Traté de atrapar las Sagradas Hostias antes de que cayeran al suelo,
pero las dos Hostias Sagradas cayeron en una pequeña mesa con un candelabro, la
cual era usada como altar improvisado para la Liturgia de la Palabra. Cayeron separadas una de otra en la
mesa. En ese momento, Jesús continuó
hablando.
JESÚS:
¡Mi amada pequeña
alma! Siempre estaré con ustedes para
unir a Mi Amor su amor ferviente, con el que ustedes cantan alegremente el
Misterio Pascual de la Última Cena, con sus corazones en unión total conmigo
mientras celebran la Liturgia de la Palabra.
Por lo tanto, hagan la Liturgia de la Palabra con una Eucaristía contigo
y dale la otra Eucaristía a Ricardo.
Cuando Jesús terminó de hablar, la Santísima Madre habló con una voz
amable y agradable.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mis amados
hijos! Gracias por responder a mi
llamado con "Amén". En este gran
día de fiesta conmemorando la manifestación pública del Señor, cuando los tres
reyes de Oriente adoraron y dieron regalos al Niño Jesús, ustedes han sido
llamados a llevar a cabo el mismo rol.
Esto significa que es la Voluntad de Dios revelar la gloria del Señor
pronto a través de ustedes. No hay nada
que el Señor no pueda hacer si Él desea hacerlo, pero, dado que se necesitan
sacrificios hechos por humanos, ustedes han sido llamados para que puedan
testificar para el Señor y para mí, ¿Vieron este mundo que está situado en la
miseria? En esta era cuando numerosos
niños en el mundo cometen toda clase de pecados ofendiendo a Dios y profanando
lo Suyo numerosas veces, este mundo realmente ha alcanzado un estado espantoso.
Muchos del clero,
quienes se supone deben formar una unidad completa con el Papa a quien el Señor
personalmente escogió e instaló, se han infectado por la teología y errores
modernos, están comprometiéndose con el mundo, están disfrazando los errores
orgullosamente como si fueran la verdad en el nombre de la autoridad educativa
de la Iglesia, y están dispersando rumores falsos y perjudiciales en lugar de
obedecer y unirse con el Papa. Por esta
razón, el Papa está sufriendo solitario los Dolores del Calvario.
¡Eso no es
todo! Alrededor de todo el mundo, cuán
numerosos son los heréticos y falsos profetas que están llevando a la Santa
Iglesia Católica a un torbellino de confusión con engaños astutos usando los
nombres de mi Hijo Jesús y mío... Los
Corazones de mi Hijo Jesús y mío, al ver todo esto, se están volviendo volcanes
activos escupiendo violentas llamas.
¡Mis hijos que han
sido llamados para ser mis ayudantes!
No hay tiempo para titubear o aplazar más. Numerosos hijos en el mundo que están ciegos y sordos están
corriendo sin cesar en el camino al infierno, pero, con Su Amor infinito, que
es muy profundo, alto y ancho, Dios no quiere que se pierda ni siquiera un
alma. Por lo tanto, dense prisa, manteniendo en lo profundo de su mente que
Dios les ha confiado una tarea muy importante con este Amor para reformarlas.
Los demonios
astutos, que conocen muy bien sobre la importancia de esta tarea que se les
encomendó a ustedes que han sido escogidos especialmente, tratarán de
interferir con ustedes que han sido llamados como los ayudantes en mi trabajo
de salvación usando toda clase de métodos, pero no tengan ningún miedo. A través de mi presencia invisible, los
ayudaré. Y, con su ayuda, yo renovaré
aun aquellos lugares que han sido destruidos por Satanás. Mi Corazón Inmaculado seguramente triunfará.
¡Mis amados hijos
que han sido escogidos! Como yo los protegeré de modo que nadie pueda
inmiscuirse con ustedes, no se preocupen de nada sino procedan heroicamente y
completen la tarea que se les ha confiado.
Ahora, ustedes vivirán en mi Corazón Inmaculado, se pondrán la prenda de
virtudes, y serán sostenidos como personas que nunca pierden su integridad aun
en dificultades, y poseen el Árbol de la Vida Eterna.
Enero 18, 2002
(1)
Estaba yo completamente exhausta de sufrir dolores extremos,
imposibilitada para decir siquiera el Padre Nuestro, pero pude muy apenas hacer
las Estaciones de la Cruz en la Montaña de la Santísima Madre, meditando en los
dolores que sufrió el Señor. Cuando
llegamos a la Novena Estación, sin embargo, sentí una mejoría sustancial en mi
condición cuando estaba rezando con los ojos cerrados. Estábamos muy sorprendidos, porque, justo
unos instantes antes, había sido muy difícil para mí mover mi cuerpo como si
hubiera sido golpeado con una vara de acero.
Eran alrededor de las 9:30 a.m.
Había muchas marcas de sangre fresca en la acera empedrada en el Camino de la
Cruz. En la Decimosegunda Estación,
vimos marcas de sangre fresca esparcidas alrededor en la tierra. También había marcas de salpicaduras hechas
cuando la sangre goteó en la tierra.
Encontramos marcas de sangre fresca en todo el camino desde la Séptima
Estación hasta la Decimotercera Estación.
Subimos Estación tras Estación, viendo atentamente alrededor. Cuando hicimos una pausa en la Séptima
Estación para una meditación breve, tuve una visión. En cualquier momento en que la gente en el mundo cometía pecados,
Jesús era crucificado de nuevo y la corona de espinas era presionada más fuerte
en su cabeza causando más sangrado. Su
Sagrado Corazón también era desgarrado y sangraba. La Santísima Madre estaba viendo todo esto, derramando lágrimas
de sangre por los dolores de su Corazón que era desgarrado. Ella habló gentil y amablemente.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mi amada hija! Tu Señor y yo,
Quienes escuchamos los sonidos de tus oraciones fervientes que ofreces cada día
para ayudar a cargar la Cruz del Señor, recibimos gran consolación.
Oré
fervientemente, gritando en mi corazón, "¡Oh, mi Madre, mi Mamita! ¿Qué no puedo hacer, si mis oraciones
débiles y pobres pueden dar algo de consuelo al Señor? Como soy del Señor si muero y soy del Señor
si vivo, déjame ser un instrumento de fe de acuerdo a la Voluntad del Señor." Apenas terminé mi oración, cuando, en
seguida de un sonido repentino de flagelación, caí en la tierra cubierta de
piedras y comencé a rodar cuesta abajo.
Estaba feliz, porque pude participar siquiera en un poquito de los
sufrimientos del Señor. (Más tarde,
quienes estaban orando conmigo dijeron que rodé cuesta abajo unas doce
veces.) Luego, escuché la voz del
Señor.
JESÚS:
¡Mi
amada pequeña alma! Mi adorable bebé
que encuentra gozo al sufrir dolores por Mí y Mi Madre y por la conversión de
los pecadores. Muchas almas se arrepentirán a través de los dolores que tú
sufres en unión con Mi Madre en Mi Amor Trascendente. ¿Cómo podría no estar contigo, cuando tú estás siempre con Mi
Madre así? ¿Cómo podría no escuchar los
sonidos de las oraciones que tú ofreces?
Este
lugar es el Camino de la Cruz, el cual Yo personalmente camino derramando sangre
junto contigo. Por lo tanto, si todos
aquellos que recorran este Camino de la Cruz abren ampliamente las puertas de
sus corazones, desean sinceramente unirse a Mí, y rezan participando en los
dolores que Yo sufrí, Me encontrarán y recibirán curaciones físicas y
espirituales.
¡Todos
los amados hijos en el mundo! Aun en
esta hora, cuando han pasado dos mil años, vengo a ustedes, derramando sangre
así, para estar con ustedes. No se
arrepientan en el último día, luego de haber estado atados a y haber estado
comprometidos con las cosas del mundo y la carne que se pudre y es pasajera,
sino dense prisa para ir tras de Mí a través de Mi Madre, ármense con los
mensajes que Mi Madre y Yo les hemos dado para arrepentirse, repitiendo las
mismas palabras una y otra vez, y hereden el Cielo que ha sido ganado a través
de los dolores inmensurables de la Cruz.
Enero 18, 2001 (2)
El 9 de Noviembre de 2001, cuando estábamos
haciendo las Estaciones de la Cruz en la Montaña de la Santísima Madre, la
Santísima Madre dijo, "estoy escuchando los sonidos de las oraciones
fervientes que están ustedes ofreciendo en el Camino de la Cruz, y estoy
caminando con ustedes, derramando lágrimas de sangre al lado de mi Hijo Jesús,
Quien está sangrando y está con ustedes," y nos dio la Preciosa Sangre del
Señor y sus lágrimas de sangre en el Camino de la Cruz entre la Tercera
Estación y la Decimoquinta Estación, la cual era una escena tan miserable y
desgarradora.
Hoy nuevamente Jesús y la Santísima Madre nos
dieron la Preciosa Sangre, lágrimas y lágrimas de sangre entre la Séptima
Estación y la Decimotercera Estación.
Muchos peregrinos vieron las marcas de sangre fresca esparcidas en el
Camino de la Cruz, estaban muy sorprendidos por esta escena miserable, y
lloraron fuertemente. La hora en la que
encontramos las marcas de sangre fue alrededor de las 9:30 a.m., cuando
estábamos haciendo las Estaciones de la Cruz.
Cerca de las 5 p.m., volvimos a la Montaña de la Santísima Madre para
recoger las piedras manchadas con sangre.
Cuando llegamos a la Decimosegunda Estación cerca de las 5:20 p.m. vi
sangre fresca cayendo de nuevo. Más de
diez de entre los peregrinos que estaban allí también lo vieron. Muchos se arrodillaban y lloraban
fuertemente. Luego, escuché la amable,
dulce voz de la Santísima Madre.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mi amada hija!
¡Y todos los hijos en el mundo que han sido llamados! Apresúrense a despertar y acercarse, ya que
mi Hijo Jesús y yo venimos personalmente a ustedes para salvar sus almas
enfermas lavando y quitando todos sus errores e inmundicias y abriendo lo que
estaba atascado, con la Sangre Preciosa que fluye de las Cinco Heridas de mi
Hijo, con Sus heridas causadas por la corona de espinas, y con Su Sagrado
Corazón ardiente; las lágrimas y
lágrimas de sangre que yo derramé; y
los ríos de agua de misericordia.
El
Señor te ha dicho: "Aquel que Me ame será amado por Mi Padre; y Yo lo amaré, y Me manifestaré a él." (Jn.
14:21) ¿Qué no te he dicho que los
signos viniendo del Cielo son los Misterios de Salvación? Y hasta ahora tu Señor y yo hemos
manifestado Nuestra Presencia de varias maneras, hemos mostrado varios signos
una y otra vez, y hemos dicho incontables palabras repetidamente, pero aun la
mayoría de los clérigos, cuyo trabajo es dar a conocer al Señor, están alejando
sus ojos de ellos (de los signos y los mensajes), pretendiendo no saber
nada de ellos, con sus corazones cerrados y sellados con el silencio en vez de
decir la verdad, por cuidar las apariencias y los ojos de los demás. Por esta razón, numerosas almas están
perdiendo su sentido de dirección y están caminando rumbo al infierno. Como los signos (de la sangre que
descendió en el Camino de la Cruz) han sido mostrados para salvar estas
almas, estén más despiertos y oren para que muchas almas puedan recibir la
gracia del arrepentimiento.
¡Todos
los hijos en el mundo! El tiempo del
castigo se perfila muy próximo. Dándose prisa en arrepentirse, ofreciendo
sacrificios y reparaciones, y viviendo una vida consagrada, esfuércense mucho
para ser salvados. Como hoy se les ha
dado el presenciar un signo de ese amor, con el cual el Señor se les ha dado a
Sí mismo sin moderación porque los ama mucho a todos, al menos ustedes que han
sido llamados deben mostrar el poder del amor más diligentemente y, en unidad
lograda mediante la completa disolución en Mí, ofrecer reparaciones por los más
horribles pecados de blasfemia.
Entonces, el tiempo del castigo se convertirá en amor y bendición
irresistibles. Esto es porque su Dios
que está en el Cielo no es el Dios de esclavitud sino el Amor mismo.
¡Mis
amados hijos que han sido llamados!
Como siempre creen, siguen, y nos dan a conocer a mi Hijo Jesús y a mí,
los protegeremos y acompañaremos a su lado y los defenderemos y protegeremos
inclusive cuando los vientos fuertes y olas furiosas amenacen
arrastrarlos. De esta manera, sus
lágrimas y suspiros se volverán gozo.
Sin
embargo, si los niños en el mundo no aceptan las palabras del Señor y mías y
vuelven sus rostros lejos de ellas hasta el final, no habrá nada que yo pueda
hacer en ese momento. Por lo tanto, vuélvanse un motor de arranque que
refresque los corazones de los niños en el mundo que se han atascado en toda
clase de pecados, y den a conocer a todos el Amor del Señor y mío que
trasciende tiempo y espacio. Haciendo
eso, súbanse al Arca de Salvación de María, alcancen el Cielo, y posean el
Árbol de la Vida Eterna.
Enero 27, 2002
Mientras rezaba el Vía crucis en la Montaña de la Santísima Madre,
meditaba profundamente en mi corazón sobre los dolores que sufrió Jesús. Después de haber sido golpeado numerosas
veces y de que todo Su cuerpo estuviera desgarrado y cubierto de sangre, Jesús
subió el accidentado sendero al Calvario, cargando no sólo la pesada cruz, sino
todos los pecados de la raza humana. Ya
que tenía que abandonarse totalmente a Sí mismo para que se hiciera la Voluntad
de Dios Padre y que toda la gloria fuera dada al Padre, Él ni siquiera pudo
consolar a Su Madre quien lo seguía llorando.
Yo ascendí por el Vía crucis una a una las Estaciones, meditando sobre
el Corazón lleno de tristezas de Jesús.
Mientras estábamos en la
Undécima Estación, uno de los peregrinos rezó, "¡Jesús! Hasta ahora yo he estado crucificando a
Jesús y a Su Santísima Madre numerosas veces al vivir en pecado. Sin embargo, de ahora en adelante,
abandonaré el martillo con el cual he estado crucificando a Jesús y a Su
Santísima Madre y me convertiré en unas pinzas para sacar los numerosos clavos
que he estado clavándoles."
Mientras estaba orando, una gota de la preciosa sangre del Señor de
pronto cayó de lo alto haciendo un sonido audible cuando cayó al suelo. Yo estaba tan sorprendida que grité "¡Ay!" Un hombre que estaba parado cerca de mí
también vio la sangre y gritó "¡Ay, es sangre!" En ese momento, oí la voz de Jesús:
JESÚS:
¡Mis amados hijos
que han sido llamados! ¿Cómo no puedo
amarlos a ustedes que confiesan ser pecadores y se apresuran hacia Mí? La razón por la cual estoy revelando Mi Amor
hasta sangrando por ustedes es para limpiarlos perfectamente de sus pecados y
darles una transfusión. Este es un
testimonio de Mi Amor intenso por ustedes y es la Sangre de la Alianza. Por ahora todo puede parecer vago, pero en
un futuro no muy lejano, entenderán claramente la importancia de las gracias
que estoy confiriéndoles. Por lo tanto,
estén más alertas y recen, y con una lealtad heroica, lleven a cabo la misión
que se les ha encomendado.
¡Mi amada pequeña alma! Para recompensarte por tus oraciones llenas
de tu amor y lágrimas sinceras ofrecidas día a día, abro Mi Sagrado Corazón y
te mando bendiciones.
Jesús
nos dio Su Sangre Preciosa en las Estaciones Novena, Undécima y Duodécima.
Febrero2, 2002
- Fiesta
de la Presentación en el Templo
Yo
rezaba junto con varios ayudantes en la Montaña de la Santísima Madre,
meditando profundamente en el Vía crucis que Jesús caminó.
En la
Séptima Estación, donde yo estaba orando y meditando sobre los dolores que
Jesús sufrió cuando Él cayó la segunda vez, uno de los hombres oró, "Gracias,
Señor, por permitirnos, aún siendo débiles e indignos, el conocer un poquito
cuán severos fueron los dolores que sufrió el Señor al permitir que Julia
participe de algunos de los inconmensurables dolores del Señor en la
Cruz..." Justo cuando terminó de orar,
se escuchó un murmullo casi inaudible atrás de nosotros: "Estamos perdiendo
almas, que habíamos ganado con mucha dificultad, por las oraciones de esta
malvada mujer. Mátenla, nuestra enemiga
mortal, aplastando su cabeza entre rocas."
Inmediatamente, varios demonios me golpearon fuertemente en la parte
trasera de mi cabeza. Me patearon, me
levantaron y aventaron esperando que mi cabeza golpeara alguna roca. En ese momento, la Santísima Madre bajó del
Cielo como un relámpago con su manto abierto, y me agarró, previniendo que me
golpeara en las rocas.
Agarrando
con mis manos mi dolorido cuello y cabeza, dije: "Gracias Madre. Ofrezco estos dolores por la conversión de
los pecadores. Ayúdame a mí pecadora y
muchas almas arrepiéntase y háganse sastres de amor para remendar el Sagrado
Corazón roto del Señor, pañuelos de amor que limpian la sangre y el sudor de
Jesús y las lágrimas de sangre de la Santísima Madre, y pinzas de amor que
sacan las espinas y clavos que le enterramos al Señor al cometer pecados."
"¡Gloria
a Dios y alabanza y consolación a la Santa Madre! Que nuestra gratitud nunca se acabe. Amén."
Mientras
estaba ofreciendo los dolores causados por los demonios, mi adolorida cabeza y
cuello sanaron completamente. Al mismo
tiempo escuché la dulce, tierna y amorosa voz de la Santísima Madre.
LA
SANTÍSIMA MADRE:
Sí. ¡Gracias, mi amada hija! Y mis amados hijos que respondieron a mi
llamado con "¡Amén!" Mi Hijo
Jesús y yo estamos con ustedes otra vez hoy para unirnos a sus oraciones de
amor y a su ofrecimiento de participar en los sufrimientos de mi Hijo Jesús,
consagrando totalmente su precioso tiempo por la conversión de los pecadores y
meditando sobre el Misterio de Salvación que fue obtenido a través de los
inmensos dolores en la Cruz de mi Hijo Jesús.
Los
demonios, que saben bien que por medio de tus oraciones fervientes se abren los
ojos y oídos de los espiritualmente ciegos y sordos y las gracias fluyen a
diferentes almas, están furiosos y están tratando de tumbarte utilizando todos
los medios a su alcance, pero yo siempre te cuidaré y protegeré de ellos.
En
estos tiempos cuando Satanás está tratando de conquistar todo el mundo, las
oraciones que ustedes, pequeñas almas, ofrecen cada día con el fin de
participar de los dolores del Calvario que sufrió el Señor se trasforman en
consuelos que compensan por la agonía de muerte que el Señor sufrió en
Getsemaní y las tristezas y dolores que sufrió cuando Sus discípulos que tanto
amaba lo desertaron.
También,
las oraciones que ofreces de todo corazón diariamente, participando en la
Pasión del Señor, se convierten en penitencia por los pecados que cometen
numerosos hijos, perpetrando la Sagrada Dignidad de Dios. Las oraciones y sacrificios ofrecidos por la
conversión de los pecadores se convierten en ofrendas para la reparación de los
pecados de otras almas. Nos consuela
mucho al Señor y a mí el que se ofrezcan en el altar de la Justicia de Dios.
Por
esta razón, hoy ofrezcan sus almas en el altar del Ardiente Sagrado Corazón,
mientras yo ofrecía el Niño Jesús en el templo.
¡Todos
mis amados hijos del mundo! Cuando
decidan seguirme como niños inocentes, los bañaré con torrentes de agua de
misericordia, los nutriré con mi leche espiritual y los llevaré al Señor. También les permitiré crecer espiritualmente
por medio de las oraciones sinceras que ofrecen de todo corazón en este Vía crucis
donde yo camino con mi Hijo Jesús, sangrando con Él. El Señor también bañará sus almas y cuerpos con Su Sacratísima
Sangre y les dará la indulgencia plenaria.
Más bien, Él prometió dártela a ti.
Por lo
tanto, corran hacia mí como pequeñas almas, humildes, meditando profundamente
en los sufrimientos en la Cruz del Señor y siempre confesando que son indignos
pecadores.
¡Mis
amados hijos que han sido llamados!
Este mundo se ha vuelto completamente oscuro. Porque muchas almas se han vuelto espiritualmente ciegas y
sordas, han perdido su sentido de orientación y están vagando en la oscuridad,
yo he mostrado muchos milagros y señales y gritado una y otra vez, hasta que mi
garganta comienza a sangrar, que sigan la Voluntad de Dios, que ninguna alma
sea abandonada y todos serán salvados y obtendrán el fruto de la vida
eterna. Sin embargo, ellos no entienden
y continúan caminando el camino hacia el infierno. Inclusive mis hijos que han sido llamados al Cielo no practican
la auto-renunciación - mucho menos alcanzan la unidad - persisten en su voluntad
propia hasta el final y repetidamente se hacen acreedores del purgatorio y del
infierno. Ya que la respuesta de Dios
será severa, la calamidad del fuego de la Justicia será inevitable. ¿Cómo se puede prometer un mañana seguro?
Por lo
tanto, ustedes que han sido llamados y saben que el día del juicio de Dios
Padre se está acercando, deben vivir una vida consagrada con oraciones, sacrificios
y reparaciones y tratar arduamente de tornar sus vidas en oraciones a cada
momento para que la hora (del castigo) se torne en bendiciones.
También,
la luz de la gracia se les conferirá a todos ustedes que viven una vida
consagrada por el Señor y por mí y por la conversión de los pecadores. Ofrezcan graciosamente hasta los dolores que
causa el sangrado interno (en ustedes) y todos los dolores que experimenten en
este mundo donde estarán por un tiempo y lo dejarán, ya que, en el último día,
las puertas del Cielo se abrirán de par en par para ustedes; se les dará la
gloriosa corona de flores, la cual acompaña la felicidad eterna, y ustedes
estarán a mi lado.
En
esta era rodeada de miseria, de entre los hijos que son tan numerosos como las
estrellas en el cielo y los granos de arena en la playa, aquellos que se me
acercan como pequeñas almas, realmente entregándose a mí, son extremadamente
pocos. Sin embargo, mientras yo
comparto hoy en su devoción, derramo lágrimas de gozo al ver su más sincero
amor y devoción.
¡Mis
amadas pequeñas almas! Su Señor que es
el camino, la verdad y la vida los bendice hoy con Su ilimitado amor.
Cuando
la Santísima Madre terminó de hablar, yo estaba todavía llorando y orando
postrada sobre el suelo. De pronto,
escuché el sonido de algo cayendo.
Cuando miré eran siete gotas de lágrimas. Un poco después, cayeron doce gotas de lágrimas más. También me di cuenta que los dolores en mi
cuello y cabeza se habían quitado.
¡Gloria y alabanza al Señor y consolación a la Santísima Madre! Amén.
Marzo28, 2002
- Jueves
Santo
Participando espiritualmente
en los dolores que el Señor sufrió miserablemente y en soledad en Getsemaní y
el Calvario después que todos lo desertaron, yo recé en el Vía crucis en la
Montaña de la Santísima Madre.
Mientras rezaba de rodillas en la Undécima Estación, no podía controlar
mis lágrimas, pensando en los dolores profundos que Jesús sufrió cuando fue
clavado en la Cruz. Él sufrió los
crueles dolores de Su carne viva siendo perforada. Con Su amor infinito, que el alto, profundo y ancho, el Señor
ofreció todo Su cuerpo, solamente abogando por la conversión de los pecadores
aun en medio de todo tipo de desprecios, maltratos e insultos de sus queridos
hijos. Se me hizo un nudo en la
garganta por sollozos.
"¡O, Jesús que es el Amor, mi
Amado! ¿Qué somos, los humanos, a los que el Señor ama tanto?" Mientras lloraba y agradecía al Señor por
su amor extraordinario, rezaba especialmente por la santificación de los
sacerdotes y la conversión de los pecadores, pensando en este bendito día que
el Señor escogió como el día del sacerdocio y en el cual Él selló un pacto (con
nosotros) estableciendo los sacramentos de la Eucaristía y Órdenes Santas. Yo también oré fervientemente para que
Jesús, el Maestro que se ofreció totalmente, ofreciera a todos los hijos en el
mundo enfermo de este siglo el mismo amor que Él ofreció a Sus discípulos en la
Última Cena. De repente, en ese
momento, caí de espalda al suelo gritando por un intenso dolor en la cabeza al
clavárseme una corona de espinas, y al ser perforadas mis manos, mis pies y mi
costado. Mientras gemía con intensos
dolores, una luz poderosa irradió del cielo, y el Señor y la Santísima Madre
bajaron escoltados por ángeles.
No podía ver claramente por la
luz brillante, pero sabía que el Señor estaba haciendo la Señal de la Cruz con
su dedo sobre mi frente. Al oler una
poderosa fragancia a rosas, miré a la Bienaventurada Madre y vi que exudaba
aceite fragante. Momentáneamente,
recordé el mensaje que la Santísima Madre, exudando aceite fragante, nos dio en
el Jueves Santo el 8 de Abril de 1993 y pensé: "Oh, la Santísima Madre otra
vez se nos está manifestando con su presencia, amor y amistad, dándonos este
aceite fragante en este día del sacerdocio que conmemora la Última Cena." En aquel momento, la Santísima Madre comenzó
a hablar suavemente con una voz amable y amorosa.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Sí, mi amada hija! Gracias.
Mi Hijo Jesús y yo, que estamos escuchando tus plegarias llenas de amor
y sinceridad, estamos grandemente consolados por los sacrificios y reparaciones
que tú nos ofreces por la conversión de los pecadores. Por lo tanto, yo me propongo rescatar de las
cadenas de la muerte a todos aquellos que vengan a este lugar, limpiando sus
almas y cuerpos con el aceite fragante que te di al exprimir todo mi cuerpo,
manifestando así el ardiente amor en mi Inmaculado Corazón...
¡Todos mis amados hijos en la
tierra! Así como Dios salvó a muchos
Israelitas en el desierto levantando en alto una serpiente de bronce por medio
de Moisés, mi Hijo Jesús y yo nos proponemos salvar muchas personas por los
inmensurables méritos de Su sufrimiento en la Cruz y por el ardiente amor en mi
Inmaculado Corazón, acompañándolos en este Vía crucis, derramando sangre,
mientras meditas sobre la Pasión del Señor y rezas por la conversión de los
pecadores, ofreciendo tu mayor devoción en esta era de peligro. Por lo tanto, espero que las siguientes
palabras de Nuestro Señor: "Pide y recibirás; busca y encontrarás; y toca y
se te abrirá," se te realicen plenamente a través de tus rezos sinceros y
ardientes.
¡Mis queridos hijos! ¿Cómo pueden ustedes imaginarse qué clase de
dolores recibí cuando mi muy amado Hijo Jesús fue clavado a la Cruz y
murió? Qué inmenso dolor sufrí cuando la
multitud, que había vitoreado entusiastamente a mi Hijo Jesús, gritando,
¡°Hosanna¡± sólo tres días antes de que fuera crucificado, de repente comenzaran
a gritar: "¡Él es un criminal que merece morir! ¡Mátenlo!
¡Crucifíquenlo!"
Eso no fue
todo. Fue un dolor inmenso cuando los
amados discípulos del Señor, quienes se habían propuesto seguirlo a donde Él
fuera, voltearon sus caras dándole la espalda a mi Hijo Jesús. Fue un dolor de ingratitud y traición, como
una filosa daga, punzando profundamente mi Corazón.
Además, fue un dolor espantoso
para esta Madre, imposibilitada siquiera de ver con ojos abiertos cuando mi
Hijo Jesús caminaba en el terrible trayecto hacia el Calvario, recibiendo toda
clase de injurias, con Su cuerpo cubierto de sangre de pies a cabeza a causa de
los azotes, exhausto y agotado, y cayéndose tristemente con la Cruz. Fue un dolor como si todo el cuerpo se me
rompiera y todos mis huesos fueran aplastados.
¡Y eso no fue todo! Los sonidos de un martillo clavando a mi
Hijo Jesús a la Cruz me causaron los dolores de ser golpeado todo mi cuerpo con
un martillo, y la lanza perforando el costado del Señor colgado en la Cruz me
causó un dolor extremo de mi Corazón siendo traspasado y aplastado.
Yo, que era la Madre, pero que
no podía hacer nada sobre la terrible condición (del Señor), caminé la Vía al
Calvario, que Jesús había caminado sangrando, día tras día, después de aquel
día, rezando de todo corazón a Dios Padre por la conversión de los
pecadores. Incluso ahora, dos mil años
más tarde, yo estoy todavía caminando junto contigo.
Por lo tanto, ¡mis hijos que
han sido llamados porque los amo inmensamente!
Yo deseo que al menos ustedes, que se supone conocen al Señor y a mí,
sean victoriosos sobre el demonio que distrae sus mentes, y así puedan ustedes
perpetuar el Misterio Pascual de la Última Cena y de la Resurrección, y
mantenerse alertas y haciendo que cada momento de su vida sea una plegaria que
muestre más vigorosamente el poder del amor y ofrecer su lealtad total de manera heroica, para que
todos se salven y alcancen el Cielo.
Ahora, reciban el ánimo,
consolación y bendición de amor del Señor, quien se ha convertido en su padre
verdadero, junto con mis bendiciones ya que soy su madre verdadera y así
disfruten de regocijo, amor y paz.
Cuando la Santísima Madre terminó de hablar, el Señor nos bendijo con
sus manos en alto y la Santísima Madre también nos bendijo con sus brazos
extendidos. Luego el Señor y la
Santísima Madre desaparecieron. Al
darme cuenta que seguía cayendo aceite fragante, grité, "¡Está cayendo
aceite fragante!" Aquellos que
estaban cerca de mí estiraron sus manos y recibieron aceite fragante. Cuando les dije que Jesús había hecho la
Señal de la Cruz con su dedo mojado en aceite fragante sobre mi frente,
acercaron una linterna para ver mi frente.
Ellos vieron una marca brillante en forma de cruz en medio de mi frente,
hecha con aceite.
Luego, ellos me ayudaron a
pararme, ya que yo estaba acostada. Nos
sorprendimos otra vez cuando vimos grandes manchas de aceite fragante en
diferentes lugares en el área pavimentada de la Décimo primera Estación. Todos pudimos oler una fuerte fragancia de
rosas y gritamos de júbilo. Las manchas
de aceite fragante se hallaron desde la Décima hasta la Undécima Estación.
¡Gloria a Dios y alabanza a Su
Santísima Madre!
Junio 11, 2002
Yo estaba luchando con dolores, sin poder dormir toda la noche. Luego, estaba entre dormida y despierta y vi
a la Santísima Madre llorando afligidamente en su montaña cerca de Naju. Muy
sorprendida, me levanté rápidamente y miré el reloj. Eran las 5 a.m. Comprendí que la Santísima Madre me llamaba a la montaña. Desperté a un ayudante y juntos fuimos a la
montaña.
Como hago cada vez que vengo a la montaña de la Santísima Madre,
primero oré frente a la estatua de Nuestro Señor orando en Getsemaní. Luego, me hinqué, oré y medité en el lugar
donde la Eucaristía, que yo había recibido, se había tornado en carne y sangre
visibles en la forma de un corazón durante la misa concelebrada por su
Excelencia Roman Danylak y otros dos sacerdotes en Septiembre 22 de 1995. Mientras recordaba vivamente lo que pasó en ese día, yo pensaba que: ¡°la
Eucaristía es la carne y sangre de Jesús que está vivo; Él está rasgando con amor carne de su
ardiente Sagrado Corazón y dándonosla,¡± y recé por la conversión de los
pecadores y la santificación del clero.
En ese momento, entré en éxtasis y vi numerosas gentes que volteaban su
cara lejos de Dios y que estaban en pecado.
Gentes, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, sin vacilar, buscando
placer y cometiendo pecados de impureza.
Cada vez que hacían eso, el Sagrado Corazón de Jesús se rompía en
pedazos. ¡Eso no era todo! Inclusive algunos clérigos y religiosos que
se suponía estaban inmersos en el amor a Dios y darlo a conocer, no estaban
viviendo de acuerdo a la Voluntad del Señor, sino que se entregaban a placeres,
cometiendo pecados y haciendo que el Sagrado Corazón del Señor se
destrozara.
Además, los hijos que habían sido llamados no estaban viviendo de
acuerdo a la Voluntad de Dios, sino que estaban perforando Su Sagrado Corazón
con numerosas flechas. Porque ellos
estaban tratando de llegar más alto que otros, unían fuerzas con los demonios
del orgullo, de los celos y envidia, se estaban odiando y enojando unos con
otros, y estaban cometiendo asesinatos.
Todo el cuerpo del Señor se cubrió de sangre. En ese momento le dije al Señor, "! Señor ¡ Yo soy indigna y débil, pero quiero
participar de Tu sufrimiento aunque se aun poquito." El Señor dijo, "¿estás dispuesta a sufrir dolores en reparación
de lo que los pecadores están haciendo?"
Yo contesté, "sí Señor, si puede ser aunque sea una pequeña consolación
para el Señor y la Santísima Madre y ayudar a los pecadores a arrepentirse."
Desde ese momento, sufrí los dolores de ser picada con un hierro, los
dolores de ser golpeada con un palo, el dolor de ser golpeada por piedras y
muchos otros. Los dolores en la parte
inferior de mi cuerpo en penitencia por los pecados de impureza eran
indescriptiblemente fuertes. Casi perdí
el conocimiento.
En ese momento, el Señor, cubierto de sangre, habló con una voz triste
pero amorosa.
JESÚS:
¡Gracias, mi amada, bella pequeña alma! No te preocupes de nada, ya que has estado esparciendo mis
planes. Mis numerosos hijos de este
mundo, que están al borde de la ruina, están envueltos en una enorme tormenta y
encaran un peligro extremo. Como se han
vuelto espiritualmente ciegos y no se dan cuenta del peligro, Mi Madre les ha
enviado ardientes súplicas, movilizando muchos tipos de imágenes y métodos para
salvarlos. Sin embargo, inclusive
muchos clérigos y religiosos están vacilando sin principios en vez de estar
ayudando y protegiendo. Inclusive están
del lado de aquellos que nos persiguen a Mí y a Mi Madre, y están interfiriendo
con los trabajos que Yo y Mi Madre estamos haciendo. ¿Qué otra cosa pudiera ser esto sino crueldad y dureza de
corazón? Esa gente cobarde y de poco
fiar está haciendo eco de lo que otros están diciendo sin ellos saberlo de
hecho, y así atascando o atorando a la Iglesia. Esta situación no es diferente a una tumba invisible. Hasta los hijos que han sido llamados son
incapaces de distinguir los trucos astutos del demonio y se están alejando de
Dios, cometiendo toda clase de pecados, entregándose al deporte y también
disfrutando pláticas obscenas por internet, y están actualmente en estado de
pecado de impureza, en vez de hacerse apóstoles del Sagrado Corazón que ilumina
este mundo que se ha turnado como boca de lobo. Ellos han estado rasgando Mi corazón y el de Mi Madre en vez de
reparar las heridas que hay en ellos.
Entonces, Jesús abrió su Sagrado Corazón que había sido roto en
pedazos, diciendo, "¡Ahora, miren!" De
Su Corazón, cayeron pedazos de carne y gotas de sangre.
¡Mi amada hija! Ahora es el
tiempo justa antes del descenso del castigo.
Por eso es que Mi Madre está sujetando fuertemente la mano de Dios
Padre, levantada en lo alto y sosteniendo la copa llena de cólera, implorando a
Dios y pidiéndome a Mí con lágrimas. Es
por eso que he estado urgiendo a los hijos en el mundo a arrepentirse,
manifestándoles varias señales en Naju, Corea, que Yo nunca he mostrado hasta
ahora, para su salvación, pero los hijos que se han apresurado hacia Mí y hacia
Mi Madre han sido muy pocos.
¡Ay, Mis queridos
hijos e hijas que han sido llamados! Yo
he abierto completamente Mi Sagrado Corazón y dado hasta la última gota de
sangre y agua por su bien. Por ahora,
pueden sentir malentendidos y persecución y ser heridos en la Iglesia dividida
mientras me dan a conocer a Mí y a Mi Madre, pero manténganse alertas y recen ,
sin olvidar que Mi Madre y Yo estamos siempre a su lado, y ofrezcan
graciosamente hasta los dolores del sangrado interno. Y hagan mayores esfuerzos para que no sólo los hijos que han sido
llamados sino todos los hijos en el mundo puedan disolverse completamente en Mi
Sagrado Corazón y en el Inmaculado Corazón de Mi Madre, alcanzar la unidad como
uno, como el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son Uno, y llegar a la
santidad. Hagan saber a todos que el
camino más corto para llegar a la santidad y alcanzar la unidad es cambiar sus
vidas en oración y avanzar valientemente con la sabiduría y fortaleza del joven
David de tal modo que cada alma sin excepción pueda ser salvada en el gozo de
armonizar con los Santos.
¡Mis pequeñas
amadas almas que han sido llamadas!
Desde hace mucho tiempo he deseado de todo corazón que se celebren misas
en este lugar donde Mi Madre está contigo, pero mi petición ha sido rechazada. Sin embargo, tú debes permanecer
despierta y rezar, ya que, pronto, se
sabrá que Yo estoy realmente vivo respirando en la Eucaristía y estoy presente
en Ella en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Hasta los hijos que
se supone deberían estar cerca de Mí y darme a conocer han volteado sus caras y
han dado la espalda a las palabras y señales que Mi Madre y Yo les hemos estado
dando y han olvidado la sublime simplicidad de la Eucaristía, que es Mi
substancia y la de los Evangelios, y han estado tratando de explicarme con
palabras engañosas y lógica complicada.
¿No es esto como arrojar lodo a la gente sencilla?
¡Ahora, amados
hijos en el mundo! Recordando que,
porque Yo soy el camino y la vida, nadie puede entrar en el Reino Celestial sin
ir a través de Mí, ofrezcan pequeñas flores hechas de renunciaciones por la
conversión de los pecadores, como Moisés cedió su derecho a heredar el trono
real y Abraham cedió a Isaac.
Yo te concederé lo
que me pidas por amor a Mí, pero oraciones superficiales no conmueven ni a Mi
Padre, Mi Madre ni a Mí. Ahora, ya que
no hay más tiempo para dudar o dar largas, apúrense a combinar sus esfuerzos y
comenzar de nuevo. Sean amorosos hasta
con aquellos que tienen caras humanas y corazones de bestia, como lo harían
conmigo. Si unen fuerzas con el demonio
de la división, no merecen decir que verdaderamente me conocen. Por lo tanto, manténganse despiertos y recen
en todo momento para que no unan sus fuerzas con el demonio de la división. Hagan esfuerzos incesantes para cambiar sus
vidas hacia oraciones y poseer los frutos de vida eterna. Los bendigo a todos
con el amor ardiente de Mi Sagrado Corazón.
Cuando el Señor
terminó de hablar, no puede verlo más.
De pronto vino un fuerte viento polvoroso y yo batallé para no perder el
balance. Pronto, una luz brilló del
cielo y el fuerte viento polvoroso terminó.
Yo estaba muy sorprendida, porque allí estaba la Santísima Madre en el
cielo con una luz brillante como el sol alrededor de su cabeza. El ayudante que estaba conmigo me ayudó a
sentarme. Un poco después la luz ya no
era visible. (Era un día nublado.)
En ese momento, el ayudante balbuceó, "¡Ah!" y se fue hacia el lugar
donde había ocurrido un milagro Eucarístico en Septiembre 22 de 1995. De repente gritó, ¡°¡Ah! Hay muchas manchas frescas de sangre en el
suelo. Deben de haber caído justo
ahora.¡± Fui yo también al lugar.
¡Oh! Qué señal tan
maravillosa. . . Había marcas frescas
de sangre en el piso, alrededor de una mesa sobre la que estaban fotografías
del milagro Eucarístico de Septiembre 22 de 1995. La sangre sobre algunas piedras era gruesa y se movía como si
estuviera respirando.
Estábamos
estupefactos ante el inmenso amor del Señor y del extraordinario misterio. Solamente nos dejamos caer sentados y
lloramos. Un poco después, traté de
pararme y caminar, pero no pude. De
modo que me arrastré hasta un sanitario cercano y me di cuenta que la parte
baja de mi cuerpo estaba muy dañada;
sobre todo mi cuerpo había marcas de un hierro punzante y muchos
moretones y mis costados estaban muy inflamados. Sentía dolores extremos desde la cabeza hasta los dedos de los
pies. Sin embargo, yo podía sonreír con
júbilo, porque se me había permitido participar aunque fuera un poquito en los
sufrimientos del Señor y también yo pensaba que más pecadores se arrepentirían
a medida que el Señor abría Su Corazón y derramaba sangre en el lugar donde la Eucaristía se había transformado
visiblemente en carne y sangre.
Cuando yo metí mi
dedo en la Preciosa Sangre, la Sangre continuó pulsando, jalando mi dedo
rítmica y fuertemente, como el corazón de una persona viva. En algún momento, la Sangre hasta
salpicó. Contamos el pulso en la Sangre
y era de 87 veces por minuto. Mi pulso
era de 72. Los pulsos eran diferentes
entre aquellos que estaban presentes (algunos vinieron a la montaña más
tarde). Especialmente cuando Julio, mi
esposo, tocó mi dedo, la Preciosa Sangre en él salpicó momentáneamente haciendo
un sonido. Todos los que lo vieron
estaban asombrados.
¡Señor! ¡Alabanza, gracias, gloria y adoración a
Ti! ¡Que nuestra gratitud nunca se
agote! Amén.
Junio30, 2002
-
El 17° aniversario
de las primeras lacrimaciones de la Santísima Madre en Naju
Cerca de las 6 p.m., fui informada que Jesús del Monte Calvario en la
montaña de la Santísima Madre estaba derramando lágrimas, y me dirigí a la
montaña llegando cerca de las 7 p.m.
En la montaña, vi a Jesús en
la Cruz realmente derramando lágrimas de Sus ojos y sudando por todo Su
cuerpo. Ya estaba allí mucha gente
reunida, atestiguando esta escena y derramando lágrimas de
arrepentimiento. Algunas de ellas
estaban gimiendo en voz alta.
Yo limpié las lágrimas y el
sudor de Jesús con algodón y recolecté Su sudor que corría hasta Sus dedos de
los pies en un pequeño bote. Cuando un
hombre vio esto y dijo, "¿Qué esto no es sólo agua?"
las lágrimas y
sudor se detuvieron repentinamente. En
su lugar, comenzó a brotar agua de entre los dedos de los pies. Esta agua siguió fluyendo, aun cuando yo la
limpiaba constantemente. Comencé a
rezar en silencio:
"¡Oh, mi Amor, mi
Señor! Ya has derramado demasiada
Sangre Preciosa e inclusive agua ensangrentada. Hoy, en el 17° aniversario de las primeras lagrimaciones de la
Santísima Madre, ¿estás exprimiendo todo Tu
cuerpo para darnos hasta la última gota de agua? ¡O, Jesús! Ten misericordia de todos aquellos que
vienen a esta montaña de la Santísima Madre lavando sus almas y cuerpos y
abriendo lo que estaba estancado en ellos con la sangre y agua que Tú derramas
exprimiendo todo Tu cuerpo para que todos sin excepción puedan alcanzar la
victoria de la resurrección con la ayuda de la gracia del arrepentimiento y den
gloria al Señor. Además, también para
esta gente, envía la dulce lluvia del Espíritu Santo sobre todas esas almas
áridas que están persiguiendo a la Santísima Madre de Naju para que ellos
también puedan ser disueltos en el Sagrado Corazón del Señor y en el Corazón
Inmaculado de la Santísima Madre, se vuelvan uno en la Santísima Trinidad, y,
en el gozo de estar en armonía con los Santos, alcancen la victoria en la
guerra contra los tres enemigos (el demonio, el cuerpo, y el mundo) y
manifiesten la gloria del Señor.
¡Jesús, que eres Amor! ¿Qué no puedo yo, una mujer indigna, llena de pecados, hacer por Ti? Yo sólo
rezo para que Tu Voluntad se realice a través de esta mujer indigna y llena de
pecados." Luego, escuché la voz del
Señor.
JESÚS:
¿Estás deseando sufrir dolores
por Mí y Mi Madre y por la conversión de los pecadores?
Yo contesté rápidamente: "Sí,
estoy muy deseosa." Tan pronto
contesté, Jesús en el Crucifijo continuó derramando Su sangre y agua hasta la
última gota por nosotros. También tuve
una visión en la cual el Señor y la Santísima Madre limpiaban el cuerpo y alma
de todos con la sangre y agua del Señor, las cuales Él derramó hasta la última
gota, y yo estaba ayudando al Señor y a la Santísima Madre a Su lado.
En ese momento, los demonios,
quienes habían estado observando de lejos, repentinamente me arrojaron algún
objeto. Fui golpeada muy duro por atrás
de mi cabeza y caí hacia delante gritando fuertemente. Mucha gente que vio esto se sorprendió. Yo estaba sangrando por la boca y sufriendo
dolores extremos, sin poder siquiera mover mi cuerpo. En ese momento, escuché la voz de Jesús de nuevo.
JESÚS:
¡Mi pequeña alma amada! Hasta Mis amados apóstoles de Mi Sagrado
Corazón, a quienes he escogido de la
creación entera, no están caminando hacia la santidad pero, sin verdaderas
reformas interiores y empacándose a sí mismos con hipocresía que sólo decora
las apariencias externas, engañan a sus vecinos y fallan en evitar las flechas
venenosas de la concupiscencia. Así,
bajo el control del demonio de división, ellos recurren a actos despreciables
en formas ingeniosas, rechazándose unos a otros con un egoísmo colectivo y
falta de entendimiento, y causándose heridas en el alma unos a otros de maneras
vergonzosas. Mientras veía esto, Mi
Corazón se sumergía en una tristeza y lamentación profundas.
Además, los sacerdotes, a
quienes He escogido e instalado, se les ha dado la tarea de hacerse cargo de Mi
Cuerpo y Sangre en la Eucaristía y de ver con amor por las manadas de ovejas
confiadas a ellos nutriendo a numerosas almas para que crezcan espiritualmente,
pero una gran mayoría de ellos no se dan cuenta de la importancia del
sacerdocio y no trabajan por la gloria de Mi Padre. En vez de ello, son complacientes, pensando que ellos no carecen
de nada espiritual o secularmente, lo cual da a Mi Corazón los dolores de ser
roto en miles y decenas de miles de pedazos y lo convierte en un volcán activo
que escupe llamas.
Sin embargo, Mi amada hija,
Soy inmensamente consolado por ti, una pequeña alma, quien ofrece incesantes
sacrificios, reparaciones y oraciones por todos aquellos sacerdotes y
religiosos en el mundo y los apóstoles de Mi Sagrado Corazón quienes han sido
escogidos por Mí pero se han extraviado.
A través de tu amor y devoción perseverantes, Yo revitalizaré a aquellas
almas que han sido destruidas gradualmente desde su interior. Es por eso que Yo estoy derramando hasta la
última gota de Mi sangre y agua por la conversión de los pecadores.
¡Todos los hijos en el mundo
que han sido llamados! Deben recordad
que el tiempo del juicio de justicia no está lejano, y deben permanecer
despiertos y orar a cada momento. Cuando
no están despiertos, los demonios, que abundan en el cielo y en la tierra,
conocen bien sobre los trabajos confiados a ustedes, y mantienen sus ojos en
ustedes esperando cada oportunidad posible para hacerlos caer atrapándolos con
el gancho de la tentación, instigándolos para volverse celosos y envidiosos
entre sí y juzgarse unos a otros mediante una percepción incorrecta de la
realidad, y así causarán que se dispersen en todas direcciones, haciendo que
eventualmente se vuelvan extraños de Mi Amor.
Por lo tanto, dense prisa para despertarse y vencer a los demonios
astutos.
Así, permaneciendo siempre
despiertos y orando en la luz de la Fe, y corriendo hacia Mí a través de Mi
Madre, arrepintiéndose, muestren los signos de santidad y hagan esfuerzos
intensos para invitar a sus numerosos vecinos en el mundo al banquete celestial
para que ellos también puedan poseer el árbol de la vida eterna.
¡Oh, todos Mis amados hijos en
el mundo! Deseando que todos ustedes
comprendan que Yo, junto con Mi Madre, he dado todo, sin quedarme con nada, por
ustedes, y (deseando) que el mundo entero sea salvado, les estoy dando una
bendición sin límites a todos ustedes que han venido buscándome a Mí y a Mi
Madre.
Julio 9, 2002
Sufriendo dolores por tres días y sin poder dormir desde anteayer,
ofrecí mis dolores por la santificación del clero y los religiosos y por la
conversión de los pecadores. Habiendo
luchado con los dolores toda la noche, vi a través de la ventana que ya
comenzaba a amanecer. Alrededor de las
7 a.m., estando todavía en la cama orando y tratando de dormir un poco, tuve
una visión de escenas a las cuales no podía mirar con los ojos abiertos. Eran indescriptiblemente horribles.
Personas,
masculinas y femeninas, viejas y jóvenes, estaban entregados a pecados de
impureza, revelando escenas de locura.
Sería muy embarazoso el mencionar todas las cosas obscenas que estaban
haciendo. ¿Cómo podría yo tan siquiera
enumerarlas? Varias clases de pecados
que estaban cometiendo con un orgullo que alcanzaba al cielo, reminiscente de
la Torre de Babel, eran para dejarlo a uno en una consternación total.
Jesús y la Santísima Madre, que estaban viendo esto, primero derramaron
lágrimas, luego lágrimas ensangrentadas y finalmente lágrimas de sangre y sudor
ensangrentado. Estas lágrimas de sangre
y el sudor ensangrentado estaban cayendo, pero parecían desaparecer antes de
llegar al suelo. Al mismo tiempo, sentí
algo goteando sobre mi frente. Me
sorprendí y rápidamente limpié mi frente con mis manos, pero sentí que algo
continuaba goteando, no sólo en mi frente sino en todo mi cuerpo. Mientras yo me preguntaba si esto era una
realidad física o algo espiritual, escuché la hermosa y cariñosa voz de la
Santísima Madre.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mi amada hija, una pequeña
alma! Mi Hijo Jesús y yo recibimos mucha
consolación a través de las copas de reparación que tú nos ofreces con inmenso
amor y sacrificio.
¡Hija! ¿Viste claramente el estado de los hijos en
el mundo? Es por eso que junto con mi
Hijo Jesús, les he revelado el camino corto al Cielo, mostrando numerosas
señales a través de ti, a quien escogí en Naju, Corea, y repetido las mismas
palabras una y otra vez en tantos días con el fin de salvar este mundo y a
todos los hijos en el mundo. Sin
embargo, de entre todos los hijos en el mundo, ¿cuántas almas de hecho han
reconocido y seguido mis palabras y las de mi Hijo Jesús? Hasta la gran mayoría del clero y los
religiosos a quienes he escogido y mis hijos que han sido llamados
especialmente y se supone que me conocen y a mi Hijo Jesús, no han estado
consolando los corazones heridos de mi Hijo Jesús y el mío al no seguir los
mensajes que mi Hijo Jesús y yo les hemos estado dando. En vez de eso, se han vuelto espiritualmente
ciegos y sordos y se mantienen obsesionados por vanas ilusiones y una espiritualidad
equivocada. ¿Cómo podemos mi Hijo Jesús
y yo no derramar lágrimas de sangre y sudor ensangrentado como éste?
¡Todos los hijos en
el mundo! La hora del juicio de
justicia de Dios no está lejos. Por lo
tanto, ahora, no aplacen la decisión por más tiempo, apúrense a arrepentirse y
agarrando fuertemente mis manos, vayamos hacia mi Hijo Jesús que los ama
tanto.
Ahora, los
numerosos hijos en el mundo, hombres y mujeres, viejos y jóvenes están
cometiendo pecados de obscenidad sin vacilar, aun escondiendo sus posiciones
sociales y para ir más alto, están pisoteando a otros, utilizando cualquier
medio, e inclusive cometiendo asesinatos.
Inclusive los hijos que han sido llamados están peleando unos contra
otros como demonios hambrientos, para llegar a estar más arriba que otros. ¡Qué lleno de alegría estaría el demonio de
la división, pues busca prevenir que la gente se una, promover la división
entre ellos y hacer que se dispersen!
Por eso, los demonios, que están tan felices, se les acercan fingiendo
amistad y toda clase de beneficios para promover la división y ocasionar
confusión. Sin embargo, los numerosos
hijos en el mundo y hasta la gran mayoría de los hijos escogidos por mí están
siguiendo a los falsos profetas.
Mientras observo esto, siento una gran opresión en mi Corazón.
Esos sonidos de los
auto-denominados profetas usando mi nombre para deslumbrar a los hijos en el
mundo con falsas profecías. . . Esos
falsos profetas esparciendo sueños y vanas ilusiones como si fueran palabras de
mi Hijo Jesús y mías. . . Yo y mi Hijo
Jesús ya les hemos dicho a través de mi hija, una pequeña alma, cómo tomar el
atajo al Cielo, haciéndose sencillas y pequeñas almas como niños. Sin embargo, ¡qué ciegos y sordos son
ustedes, incapaces de ver u oír e incapaces de discernir!
¡Hijos! De seguir ustedes incapaces de deshacerse de
curiosidades inútiles, oyendo vanos sueños, falsas profecías e ilusiones, por
lo tanto quedar al final como espigas de trigo vacías y eventualmente a la hora
del juicio final, ser arrojados a las ardientes llamas sulfurosas. Apúrense a confiar en los mensajes que mi
Hijo Jesús y yo les hemos estado dando, llévenlos a cabo y serán salvados.
Estos tiempos están
inmersos en pecados que son más malos que los de los tiempos de Sodoma y
Gomorra y del diluvio de Noe, y por ello están perpetrando las ofensas contra
Dios. Por esta razón, ahora, yo quiero
suplicarles con mis últimas lágrimas de sangre.
¡Ya, apúrense y
vengan todos los hijos en el mundo! A
ustedes, que se me arrimen, ¿qué puedo negarles? Sin embargo, la gran mayoría de los hijos ya se han apartado de
Dios. Es por eso por lo que mi Hijo
Jesús, su Redentor, está derramando la sangre y el agua de Su Corazón
desgarrado sin retener siquiera una gota, para salvarlos, pero ¿cuántas almas
están realmente arrepentidas? Dios
Padre, que ve esto y lo lamenta, está lleno de cólera y va a mandar pronto el
castigo.
Agosto 2, 2002
Sentí dolores tan severos, como si todo mi cuerpo hubiera sido golpeado
con un objeto pesado, que casi pierdo el control de mi cuerpo y no pude dormir
por varios días. Ofrecí estos dolores
en reparación por los pecados de obscenidad que están siendo cometidos por
numerosas personas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, sin importar lugar ni
hora, y por la conversión de aquellos que cometen estos pecados. Cerca de las 4 a.m. tuve una visión.
Había un carruaje decorado con toda clase de ornamentos
deslumbrantes. Había mucha gente en
él. Distinto a la apariencia negra de
esas gentes en el carruaje que vi en una visión anterior que me mostró la
Santísima Madre (Agosto 25, 1989), estas personas que estaban en el carruaje
esta vez se veían algo oscuras pero tenían apariencia bastante normal. Esto significa que los demonios ahora están
atrayendo gente por medios más astutos que antes y, si no estamos alertas, será
difícil para nosotros distinguir su verdadera naturaleza.
Los astutos demonios
estaban utilizando todos los medios disponibles para atraer aunque fuera una
alma más al carruaje, no solamente de la gente mundana, pero también los hijos
de la Iglesia y aun aquellos que habían sido llamados. Había algunas almas que estaban fascinadas
por la bella apariencia del carruaje y se subían a él por curiosidad, aun sin
mucho esfuerzo de parte de los demonios.
Sin embargo, lo más
pasmoso era que hasta aquellos que se suponía que debían dar a conocer al Señor
estaban ayudando a los demonios a subir muchas almas al carruaje. Era una escena espantosa que uno no podía
siquiera ver con los ojos abiertos.
Cuando vi esto, grité
fuertemente "¡No! ¡Ese carruaje los
llevará al infierno!" Luego recé
fervientemente, "¡Señor! ¡Santísima
Madre! ¡Por favor ayuden y sálvenlos!" En ese momento oí la voz de Jesús, con un
tono amoroso pero triste, aunque yo no podía verlo.
JESÚS:
¡Mi amada pequeña
alma! Con una fe muerta y sin acciones,
ellos dicen de labios para afuera que aman a Dios y que nos dan a conocer a Mí
y a Mi Madre, sin embargo, están haciendo orgullosamente mal uso de su libre voluntad
y volviéndose lobos en piel de oveja, conduciendo los rebaños de mansas ovejas
a su muerte. Sin conocer su verdadera
condición, ellos están sucios de fango, incesantemente buscando sólo su propia
satisfacción. Mientras Yo miro todo
esto, Mi Corazón se enciende con el dolor de haber visto escenas tan
repugnantes.
Así como las bestias son
engordadas antes de ser llevadas al matadero, aquellos que se asocian con los
demonios están instigando la curiosidad de numerosas almas y deslumbrándolas
con toda clase de palabras agradables y acciones aparentemente buenas,
atándolos con cadenas invisibles de pecados y arrastrándolos al pantano de la
muerte eterna. Para su arrepentimiento,
¿cuántas veces hemos manifestado señales Yo y Mi Madre y les hemos implorado a
través de ti que eres indigna? Aún así,
en vez de darnos a conocer humildemente y correctamente a Mí y a Mi Madre con
la gracia que se les ha dado, están siendo guiados sólo por su deseo y están
persiguiendo las cosas más despreciables, creyendo erróneamente que estas cosas
son el bien más valioso. Sería correcto
decir que ellos son verdaderas bestias cubiertas de fango.
Todos sus esfuerzos y
actividades que están envueltos en paquetes de apariencia hermosa deslumbrarán
a muchas almas y las llevarán a la vanidad y superficialidad. Al final, ellos harán que hasta las almas
mansas que han sido llamadas, no puedan distinguir y las separarán de Mi
amor.
Yo oré, llorando, "¡OH,
mi Señor! Sálvalos a ellos que dan
tanta lástima."
JESÚS:
¡OH, mi amada pequeña
alma! ¿Por cuántos días Mi Madre y Yo
les imploramos, repitiendo las mismas palabras una y otra vez, y
manifestándoles numerosas señales? Sin
embargo, ellos se aferran e imploran a Mi Madre y a Mí solamente cuando están
sufriendo, como si trataran de alcanzar una boya. Una vez que reciben la gracia que han estado pidiendo, se dan la
vuelta y voltean su cara a otro lado, haciendo que Mi Sagrado Corazón y el
Corazón Inmaculado de Mi Madre sean atravesados por filosas espadas de
traición, que sean desgarrados infinidad de veces y que sangren
interminablemente.
¡Pero, hija! Tú sabes muy bien que los brazos de Mi Madre
están tan adoloridos que pareciera que se le van a caer, a medida que jala a
los hijos hacia fuera del carruaje, para no perder ni siquiera una alma. Esos numerosos hijos que están
espiritualmente ciegos y sordos... ellos pronto se devuelven después que han
sido bajados... Ellos son retirados
nuevamente, pero pronto se voltean y vuelven por el mal camino otra vez... Por eso, cuando veo a esos hijos que se han
descarriado por su mal uso de su libre voluntad, hay muchas veces en que hasta
me pesa el haberles dado libre voluntad.
Julia: ¿Iré al carruaje y
sacaré a esas almas?
JESÚS: ¿Cómo puedes entrar en
esa terrible jaula de bestias?
Julia: Yo soy del Señor, si
muero; yo soy del Señor, si vivo. Yo iré allí, si puedo salvar aunque sea una
de esas almas.
Entré al carruaje, que se
veía hermoso. Desde afuera, el carruaje
no se veía grande, pero cuando entré, era enormemente grande y había numerosas
almas en él. Yo grité, "apurémonos y
salgamos de aquí. Si se quedan aquí,
irán al infierno. No es muy tarde
todavía, salgamos rápidamente de aquí."
Apenas terminé mis palabras, cuando los demonios, a quienes no podía ver
claramente, decían, "¡maten a esta maldita mujer! Porque continúa interfiriendo con nuestro trabajo, no podemos
dejarla vivir más tiempo. Estamos
sumamente resentidos porque ella se ha estado llevando almas que habíamos
ganado con tanta dificultad. Esta vez,
esta maldita mujer entró por sí sola en nuestra guarida. ¡No debe salir viva de este lugar!" Inmediatamente, muchos demonios comenzaron a
atacarme simultáneamente, lanzándome maldiciones tan horribles que uno no se
atrevería a pronunciar, golpeándome, rasguñándome, pellizcándome y mordiéndome
fuerte en todo el cuerpo. Sin pensar
mucho en lo que estaban haciendo, yo me esforzaba tanto como podía para ayudar
a las almas a escapar del carruaje, casi lanzándolas fuera de allí una a
una. ¿De dónde obtuve esa energía? Era posible solamente porque el Señor
invisiblemente me ayudaba con Sus manos ya que yo no me rendía por salvar
aunque fuera un alma más.
Lo que era más asombroso
era que previamente (Agosto 26, 1989), yo estaba ahuyentando los demonios
golpeándolos con un rosario, pero, esta vez, yo estaba ahuyentando los demonios
no sólo con el rezo del rosario pero también transformando mi vida en
oraciones. El Señor estaba enseñándonos
cuán importante es que transformemos nuestras vidas en oraciones en esta era
urgente. Cada vez que tiraba un alma
fuera del carruaje, yo rezaba para que la Santísima Madre abrazara esa alma
contra su pecho, la alimentara con su leche y la bañara con la Preciosa Sangre
del Señor, permitiendo al alma vivir una nueva vida de resurrección. Yo continuaba rezando de esta manera
mientras luchaba con los demonios.
Cuando los demonios me
rasguñaban, pellizcaban, mordían y golpeaban, me estiraban el cabello
arrancándome puñados de él. Yo rezaba
de todo corazón para que se arrepintieran tantos pecadores como cabellos me
eran arrancados.
También, cada vez que las pequeñas almas, que viven sus vidas de
acuerdo a los mensajes de la Santísima Madre, rezaban el rosario y no
derrochaban hasta las cosas más triviales, sino que las transformaban en oraciones,
me transmitían más poder permitiéndome repeler los demonios y salvar más
almas. A medida que los demonios eran
derrotados por nuestros cambios de vida hacia una de oración a cada momento y
las almas, que con grandes esfuerzos los demonios habían llevado al carruaje,
eran rescatadas, los demonios me atacaban en grupo, mordiéndome y golpeándome
despiadadamente con toda clase de armas.
Todo mi cuerpo se cubrió de sangre.
En ese momento, Jesús extendió sus manos, irradiando luz sobre mí y
habló.
JESÚS:
Transformar sus
vidas en oraciones con todo su corazón y con amor es un arma de amor, humildad,
y virtudes que pueden ahuyentar cualquier demonio. Es también un atajo para adquirir virtudes rápidamente y avanzar
hacia la perfección.
La luz que Él irradiaba penetró en mi corazón y brilló sobre todas las
almas que estaban transformando sus vidas en oración y me estaban
ayudando. Cuando me levanté en la
mañana vi todo mi cuerpo cubierto de sangre.
Agosto 15, 2002
Solemnidad de la Asunción de la
Santísima Virgen María
En el mismo lugar
en la Montaña de la Santísima Madre donde dos veces ocurrió el milagro de la
Eucaristía convirtiéndose visiblemente en carne y sangre en forma de corazón en
mi boca, durante la Misa celebrada el 26 de Agosto de 1995 por el Obispo
Dominic Su y durante la Misa celebrada el 22 de Septiembre de 1995 por el
Obispo Roman Danylak, Jesús derramó Su Preciosa Sangre viva y pulsante el 11 de
Junio del 2002. Hoy, me informaron que
una gran cantidad de la Preciosa Sangre se derramó entre las 10 y 10:15 a.m.,
apresuradamente fui a la montaña. Más
que derramada, la Preciosa Sangre parecía haber sido vertida. Ya estaban allí el Obispo Dominic Su y dos
sacerdotes de Malasia, junto con muchos peregrinos de Japón, Hong Kong, Indonesia,
Corea y otros países, testimoniando la Preciosa Sangre y orando. Algunos de ellos estaban llorando.
Yo me hinqué frente a la
Preciosa Sangre y comencé a meditar, ahogándome con sollozos y ofreciendo mis
lágrimas. No podía controlar mis lágrimas
ni hacer que mi nariz dejara de fluir.
Un poco después, entré en trance y vi unas escenas terribles.
Tanta gente estaba en
estado de pecado. Lo más escandaloso,
algunos sacerdotes y religiosos, y aun algunos prelados estaban pecando. Jesús, ataviado con una toga blanca y un
manto rojo, estaba sufriendo mientras los observaba. Cada vez que cometían un pecado, Su Sagrado Corazón era
atravesado por espadas y lanzas, Él era crucificado otra vez y Él era azotado y
hostigado. Especialmente cuando los
prelados y los hijos que habían sido llamados lo estaban hostigando, Jesús
gemía y no podía abrir Sus ojos; en ese momento Su pecho se abrió y Su Sagrado
Corazón comenzó a sangrar. ¡Eso no fue
todo! Hasta grumos de sangre y agua
ensangrentada fluyeron de Su Corazón.
Era una escena despreciable que no pude mirar con mis ojos
abiertos. Entonces, Jesús gritó
fuertemente, "¿Quién remendará Mi Corazón que ha sido desgarrado?" Y derramó lágrimas ensangrentadas. Él comenzó a hablar, mirándome con ojos entristecidos.
JESÚS:
¡Mi amada pequeña
alma! Difunde esto, para que aquellos
que tienen ojos que pueden ver y oídos que pueden oír vengan a ver y oír. Este es el amor ardiente en Mi Sagrado Corazón,
el cual es inseparable (aunque trataran de separar a mis hijos de Mi amor) y es
alto, ancho y profundo. Que todos los
hijos en el mundo se arrepientan, se liberen del ateísmo, se reconcilien unos
con otros y sean salvados, Yo derramé este amor, sin retener nada, por la
ardiente solicitud de Mi Madre para que el Padre Celestial aleje el castigo que
Él justamente mandará.
¡Mi amada hija! Sin quejarte aun cuando eras atacada y
perseguida con toda clase de rumores maliciosos infundados y con palabras
absurdas, y cuando tu cuerpo y mente estaban todos cubiertos de llagas, tú
graciosamente ofrecías todos esos dolores, (que eran como estar siendo matada
dos veces), como sacrificios, reparaciones y amor por la conversión de los
pecadores. Ya que me has enternecido
por tu amor entretejido con tu gran confianza y tu total dependencia en Mí, no
puedo más que mandar gracias sobre este mundo.
En ese momento, yo vi a
los clérigos, religiosos y laicos que respondieron diciendo "Amén" al
llamado de Jesús y la Santísima Madre, también clavada en la Cruz, recibiendo
grandes insultos, hostigamientos y toda clase de desprecios, y gimiendo
mientras predicaban el amor del Señor y de la Santísima Madre. Muy pronto, una luz emanó del Cielo y brilló
sobre todos ellos, y ángeles vinieron y los consolaron, permitiendo que ofrecieran
sus dolores graciosamente. Jesús habló
amorosamente otra vez.
JESÚS:
¡Mi queridísima
hija! Como puedes ver ahora, estas
almas que han sido llamadas y que respondieron diciendo "Amén" han
recibido, junto contigo, desdenes y desprecios y han sido acusadas falsamente y
perseguidas con todo tipo de criticismos infundados. Aunque experimenten dificultados y sufran dolores en este mundo,
ellas gozarán de la gloria, cantarán "Aleluya'
y serán bendecidas con
gozo, amor y paz en el otro mundo al lado de Mi Madre y Mío. Por lo tanto, en esta era apremiante, para
no dar oportunidad alguna al demonio, ayuden a todos lo hijos en el mundo a
cambiar sus vidas hacia la oración, para que todos sean salvados.
¡Hijos que han sido
llamados! ¡Y todos los hijos en el
mundo! Ya la noche se ha profundizado,
señal de que el amanecer se aproxima.
Para que el nuevo cielo y la nueva tierra se hagan realidad, quiero que
despierten apresuradamente del sueño;
que respondan a este sublime amor revelado a través de las muestras que
Yo y Mi Madre les hemos mostrado continuamente para la salvación del
mundo; acepten los mensajes de amor que
(Yo y Mi Madre) hemos estado gritando hasta que nuestras gargantas sangran; y graciosamente ofrezcan hasta las cosas más
triviales sin derrochar a tomar ligeramente ninguna de ellas, cambiando sus
vidas en oraciones.
Por tanto, si ustedes por
medio de Mi Madre se apresuran a Mí humildemente como almas pequeñas, Yo y Mi
Madre los cuidaremos y protegeremos de cualquier desastre natural que ocurra, y
ustedes escaparán de la calamidad de la llama justiciera y serán testigos de un
nuevo amanecer.
Pero si ustedes continúan
desviándose de Mi verdad y amor sublime y haciendo mal uso de su libre
voluntad, insisten en su fe contradictoria, serán juzgados como remanentes de
hierba seca en el juicio final, y arrojados a las llamas. ¿De qué servirá el arrepentirse entonces? Por
lo tanto, mientras ves y tocas Mi más Preciosa Sangre que he derramado
totalmente, abriendo Mi Sagrado Corazón para todos ustedes, confíen totalmente
(en Mí) con una total fe y confianza y con amor y gratitud, y den a conocer
este amor sublime a toda la gente. Si
lo aceptan humildemente y se arrepienten, obtendrán Mi Amor infinito y
misericordia y serán bendecidos con la felicidad eterna en el último momento.
Entonces, con Sus ojos llenos de amor, Jesús miró a todos los clérigos,
religiosos y laicos que estaban trabajando para el Señor y la Santísima Madre
de Naju y continuó hablando.
JESÚS:
¡Mis ministros que han respondido
"Amén" al llamado de Mi Madre!
¿No ha dicho Mi Madre, quien los ama inmensamente, que ustedes son tan
simpáticos que ella los puede poner en sus ojos sin que los lastimen? La Preciosa Sangre que emanó de las heridas
de Mi Sagrado Corazón, las cuales les he mostrado, es una señal de Mi ilimitada
misericordia y profundo amor y amistad para todos los hijos en el mundo, así
también señal de Mi presencia. ¿Quién
puede siquiera atreverse a especular acerca de o imaginar el amor divino que
arde en Mi Sagrado Corazón? Mi Corazón
se ha convertido en un volcán activo que se enciende violentamente a causa de
los numerosos hijos en el mundo que se aferran a Mí y a Mi Madre como si se
agarraran a una boya solamente cuando sienten dolor, pero que vuelven a su vida
despreciable una vez que reciben las gracias que han estado pidiendo.
Por lo tanto, les pido a
ustedes que han sido llamados como Mis ministros, que expongan más
enérgicamente el poder del amor y que hagan saber a todo el mundo, junto con mi
pequeña alma que ha sido escogida pero que repite que ella es indigna y no está
calificada, del inmensurable amor en Mi ardiente Corazón, y, así, ayudar a que
todos se percaten que Mi Sagrado Corazón, que estalla en llamas y ha dado toda
su sangre y agua, sin retener nada, es el refugio para todos los pecadores en
el mundo y es la salvación completa.
Si ustedes dan a conocer
el amor ardiente en Mi Sagrado Corazón, que no se puede describir adecuadamente
con palabras, de manera que todos los hijos en el mundo acepten el mensaje de
amor de Mí y de Mi Madre, mediten profundamente sobre las heridas de Mi Corazón
rasgado y vuelvan sus vidas a la oración, esto sería un regalo de gran regocijo
para Mí y Mi Madre y serían las tenazas de amor que sacarían las filosas dagas
que siguen apuñalando (Mi Corazón) por la infidelidad de Mis ministros e hijos
que han sido especialmente llamados.
¡Mis amados ministros e
hijos que han sido llamados! No teman
nada, no importa qué aflicciones caigan sobre ustedes mientras dan a conocer de
Mí y de Mi Madre, ya que esas almas que dependen de y se acercan al ilimitado
amor y misericordia ardientes en Mi Sagrado Corazón participarán en Mi amor y
serán salvados. Apúrense a darnos a
conocer con una confianza total en Mí que los sustentará como a personas que
nunca renuncian a su integridad aun en angustia y conscientes de su dignidad
como personas que han sido salvadas y son trascendentes.
Comprendan el hecho
importante que ustedes han sido llamados a proclamar a todo el mundo que ahora
es el tiempo crítico cuando los granos buenos de espigas y los remanentes de
hierbas secas están siendo separados para que ninguna alma de entre todos los
hijos en la tierra sea abandonada y todos puedan arrepentirse, ser salvados y
dar gloria a Dios. Y sumisamente hacer
Mi voluntad y la de Mi Madre y, sin más reservas, tomar la iniciativa de
trabajar para salvar este triste mundo que se dirige hacia la destrucción y la
ruina.
Mientras se acercan a Mí
a través de Mi Madre como pequeñas personas, como niños, y dándonos a conocer a
Mí y a Mi Madre, serán bendecidos con la eterna felicidad frente a Mi trono en
Mi reino en el último día.
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Vida Consagrada
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