Enero 1, 1988
- Fiesta de María, la Madre
de Dios.
La estatua de la Santísima Madre derramó sangre por sus ojos y nariz
desde aproximadamente las 10:15 a.m.
Ella se presentó ante mí en mi éxtasis.
Ella habló llena de dolores y derramando lágrimas de sangre. Yo estaba llorando de dolor.
LA SANTÍSIMA MADRE:
En estos tiempos cuando todo el mundo necesita de la unidad, esta nación
(Corea) está siendo dividida y no
pueden amarse los unos a los otros. Es
muy doloroso estar dividido entre el Sur y el Norte. ¿Por qué desconfían, odian y se tienen resentimientos unos a
otros y se enfrentan y se pelean unos con otros? Todos ustedes son hermanos, una nación e hijos de un Dios.
Julia: ¿Qué debemos hacer?
LA SANTÍSIMA MADRE:
Reza para que estén unidos.
Ofrece reparaciones y oraciones.
También pídele a todos los sacerdotes que ofrezcan oraciones fervorosas
de Rosarios por la unidad, para recordar la voz del Señor en la Cruz, todo el
tiempo, para evitar el enojarse y para hacer reparaciones por los pecados de
aquellos que hacen mal sin darse cuenta.
Ellos se convertirán a su debido tiempo.
Dios Padre iba a castigar (este país) severamente a causa de los
intensos problemas, pero los pequeños sacrificios y las penitencias ofrecidos
por los pequeños junto conmigo ayudaron a evitar esto. Sin embargo, se requiere más
penitencia.
Hoy reuniré a todos ustedes bajo mi manto. Ya que tú conoces mis dolores, quiero que difundas mis mensajes a todos para que mis
amados hijos puedan recibir la luz de mi Inmaculado Corazón y que mis lágrimas
y sangre no fluyan en vano.
Como ya te dije antes, el Rosario derrota a los demonios. Dile a todos los fieles que ofrezcan cinco
decenas más de oraciones del Rosario.
Si rezan más por la unidad de este país, se salvará de una
calamidad.
Julia: ¡Mi Madre María! ¡Mi amada Madre que está sufriendo a causa
de la división de mi país y a causa de la falta de armonía dentro de mi
país! Rezo para que todos tus deseos se
realicen de modo que sea para la gloria del Señor y una causa de nuestra
gratitud sin fin.
Enero 10, 1988
- Fiesta del Bautismo de
Jesús.
Debido a la severa fatiga y a los dolores, me fui a la cama temprano
pero no me podía dormir. Ya que mi
cabeza estaba llena de pensamientos acerca de la Santísima Madre, me levanté y
me fui a la Capilla a las 11:15 p.m. y empecé a rezar el Rosario. Solamente había rezado una decena para las
12:40 a.m., pues estaba llorando con la Santísima Madre.
Entré en éxtasis en ese momento y vi la Santísima Madre con una corona
sobre su cabeza y cargando al Niño Jesús, Quien no tenía nada de ropa. Ella me entregó al Niño Jesús y dijo que nos
deberíamos hacer como niños. Después de
que el Niño Jesús me tocara suavemente varias veces, se lo regresé a la
Santísima Madre y Ella dijo que sería difícil para nosotros entrar al Cielo a
menos que nos hiciéramos como niños.
La Santísima Madre, derramando lágrimas, estaba muy hermosa. Ella estaba sonriendo y estaba llena de
amor. En lugar del velo, ella tenía una
corona de laurel decorada con doce brillantes estrellas.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Hija! Olvida tus debilidades y
recuerda mi amor. Ya que mi amor te
sostendrá en tus debilidades, vacía tú corazón. Solamente entonces podré trabajar en ti. Dame aún tus sufrimientos actuales. Siempre hay algunas tentaciones que vencer
en este mundo.
¡Hija! Tú sabes que los niños
que me aman serán probados mucho. Si,
tú estás pasando por unos dolores de
parto. Espero que haya más niños que
puedan sufrir dichos dolores, pero la mayoría de ellos me lastiman mientras
sufren.
Tú entiendes que puede haber un nacimiento debido a los dolores de parto
que tú sufres ahora, ¿verdad? Ayuda a salvar muchas almas al sufrir con
paciencia estos dolores y recuerda las recompensas que estoy preparando para
ti. Tú
debes saber que todo será purificado a través del amor, igual como el
oro se purifica en el horno.
¡Mi pequeña alma! No importa cuantas buenas obras hayas acumulado, se
caerán una tras otra si descuidas las cosas pequeñas y hablas mal de los
demás. Debes ser lenta para abrir tu
boca y controla tu lengua con sabiduría.
Cuando sientas ganas de criticar a otros, cúbrelos de amor. Esto será una buena obra también. Debes ser santa en tus palabras y en tus
actos.
¡Hija! Sientes mucha ansiedad
ahora. Yo también estoy ansiosa. Me duele tanto el Corazón, cuando veo a mis
intensamente amados hijos _quienes debieran subirse a mi amor y buscar los
tesoros del Cielo_ dañando sus propias almas al tratar de estar más alto que
los demás, al ser celosos y resentidos hacia
los demás, y al tener dudas de mi misericordia.
Hija mía, practica la humildad.
Esto me dará una alegría especial y preciosa. Nunca trates de volverte superior a los demás. Tu penitencia, amabilidad, sacrificios y reparaciones
son como aceite fragante para mis heridas.
Hija mía, ten un amor especial por mis hijos con quienes trabajas. Los demonios del orgullo, de la envidia y
del resentimiento les han echado el ojo, porque tratan de sobresalir. Tú debes practicar amor por medio de
sacrificios. ¿Acaso no te dije que
todos los demonios serían derrotados cuando practicaras el amor? Únanse.
Únanse al amarse los unos a los otros.
Hay algo que te quiero mostrar.
Sabes bien que se lo quiero decir a todos a través de ti.
Había una montaña alta con catorce escaleras hasta la cima. También había árboles cerca de las
escaleras, dando frutos cada vez que hacíamos buenas obras. Pero, cuando juzgábamos a otros o cometíamos
otros pecados, los frutos de las buenas obras caían al suelo. Era difícil subir por las escaleras, ya que
vi algunas personas cayéndose desde la mitad de las escaleras, otros no subían
en línea recta sino que daban rodeos, y así por el estilo. Encima de las catorce escaleras estaba el
Cielo. Allí estaba Dios Padre, Jesús,
la Santísima Madre y San José. Todos
los Santos y los ángeles nos estaban dando la bienvenida con fuertes
aclamaciones de júbilo.
Estaban viendo todos nuestros actos _sin excepciones. Los frutos más grandes venían del arrepentimiento
y la conversión. Cuando sufrimos
dolores y los ofrecemos por otras personas, la luz brilla sobre ellos y el
fruto de las buenas obras es para nuestro beneficio. Aquellos que mueran después de haber subido aunque sea un nivel
irán al purgatorio. Si uno alcanza el
nivel catorce, ya es casi el Cielo. El
nivel quince es el Cielo. Yo estaba
temblando, porque muchas personas se estaban cayendo de las escaleras. La Santísima Madre habló.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Viste, hija! Es fácil comenzar
a subir las escaleras, pero es tan difícil completar todas las catorce
escaleras (las catorce estaciones hacia
el Cerro del Gólgota). Por lo
tanto, diles a todos que tengan cuidado para no caerse de las escaleras y para
no convertir todas las buenas obras en nada.
¡Adiós! ¡An-nyoung!
Enero 30, 1988
9:45 ~ 11:45 a.m.
Yo estaba sufriendo porque las personas se estaban criticando y juzgando
las unas a las otras y, por lo tanto, no podían alcanzar la unidad. Al empezar a sufrir los dolores del ardiente
Inmaculado Corazón, se apareció la Santísima Madre, llorando, sufriendo y se le
veía muy pesarosa.
En el pequeño cuarto del piso de arriba, yo estaba vomitando y sufriendo
sin descansar ni un momento. La
Santísima Madre nos ama tanto que ella nos habla aún al grado de vomitar sangre
con el fin de salvar aunque sea un alma más.
Pero la gente no la entiende a ella o no la siguen a ella. Ella trata de abrazar a todos, pero ellos se
resisten. Debido a esto, ella siente
mucho dolor en sus brazos.
La Santísima Madre tiene sed, porque la unidad es tan difícil de
alcanzar; las personas hacen promesas fácilmente pero no las cumplen; y hay
muchos sacerdotes pero no satisfacen las necesidades espirituales de sus amados
hijos.
La Santísima Madre habla (a los
asistentes de Julia).
LA SANTÍSIMA MADRE:
El Padre Spies también está sufriendo dolores. Pero no te preocupes.
Muchos sacerdotes serán perseguidos, pero yo los voy a ayudar.
Mis dolores son intensos, porque muchos de mis hijos no están aceptando
mis mensajes. Reza mucho para que los
mensajes se puedan difundir rápido. Tú
no viniste aquí por tu propia voluntad, sino por mi llamada. No me dejes. Hasta que yo te llame, tú debes trabajar con Julia y
ayudarla. Yo prepararé tus
recompensas. Por lo tanto, confía y
sígueme. Cuando los sufrimientos sean
grandes, las recompensas serán grandes también.
Diferentes responsabilidades son asignadas a cada uno de ustedes, ya que
ustedes son miembros diferentes del mismo cuerpo y tienen diferentes funciones. No rechaces la cruz que te dieron. Yo te purificaré colocándote en el horno de
mi amor y derritiendo tus impurezas.
Hijos, logren la unidad.
Muchos miembros del cuerpo deben formar una unidad y amarse los unos a
los otros. Pero no están aceptando el
Amor de Dios. ¿Cómo puede Dios ayudar?
Ustedes han sido llamados para
ser los apóstoles de mi Inmaculado Corazón y, por eso, ustedes me deben aceptar
bien y compartir las cargas de los demás.
No llores ni te preocupes por mis dolores, pero haz que la Pasión de
Jesús sea conocida por todo el mundo.
Algunos sacerdotes y religiosos no cumplen sus obligaciones como debe
ser y caen en pecados de impureza. Por
esta razón, Jesús es golpeado por más flechas y está sangrando de Su Cabeza con
más coronas de espinas. Pero no hay
niños que le laven Su Sangre.
Por lo tanto, el Inmaculado Corazón debe ser conocido rápidamente. Mi Corazón se está desgarrando y mi garganta
arde por la sed, pero no hay muchos niños que estén ayudando. Unan sus esfuerzos.
Mi Hijo Jesús y Yo estamos temblando de frío, pero ¿quién nos da
ropa? Siento sed, pero ¿quién nos apaga
la sed? Mi vientre se está desgarrando
a causa de los abortos, pero ¿cuántos han sido evitados?
Sacerdotes, sacerdotes, mis amados sacerdotes están cayendo en pecados
de impureza. . . .
Estoy sufriendo tanto dolor.
Reza y sacrifícate sin cesar por los sacerdotes. Reza por ellos con sacrificios y penitencias
para que los demonios no los tienten.
También siento dolores a causa del
Oficio Divino ofrecido por costumbre por los religiosos.
Si realmente me amas a mí y amas a tus vecinos, entonces, estás amando a
Jesús y estarás aplacando la justa ira de Dios Padre. Cuando mis mensajes sean difundidos a todo el mundo y puestos en
práctica, la justa ira de Dios Padre será suavizada y el terrible castigo será
alejado.
Mis queridos hijos. Los llamo
con amor. Yo los protegeré hasta el fin
del mundo y hasta que ustedes lleguen aquí donde estoy yo. Por lo tanto, tomen fuertemente mi brazo y síganme. Yo los guiaré, cuando hagan penitencia,
sacrificios y reparaciones y cuando ustedes gozosamente consagren todas las
pobres almas. Yo peleare del lado de
ustedes cuando ustedes peleen la guerra en el mundo. Yo les ayudaré.
Debido a que yo les llamé para que fueran apóstoles de mi Inmaculado
Corazón, los demonios estarán más activos y los tentarán. Tomen mi mano firmemente para que no caigan
en las tentaciones.
La meta de ustedes no debe ser nada más evitar guerras. Este país va hacia la división a causa del
odio, los celos y el resentimiento. Por
lo tanto, sus sacrificios son necesarios.
Deben trabajar juntos tomándose de las manos de cada uno.
La gente está practicando abortos aún en este momento, causando intensos
dolores a mi vientre. Reza el Rosario
con más fervor.
Ustedes son hermanos y hermanas unidos por el amor. Por lo tanto, no peleen por celos y
egoísmos. En lugar de eso, ámense los
unos a los otros y trabajen unidos.
¡Mis queridas hijas! ¡Mis amadas
almas! Cada vez que pecan, mi Corazón
se desgarra y sangra y sangra en vano.
Ahora ustedes deben rezar por la conversión de los pecadores y rezar el
Rosario con más fervor por la paz en este país y en el mundo. Como les dije antes, si ustedes ofrecen más
oraciones de rosarios, este país evitará una calamidad. Quiero que todos los fieles lo hagan...
Si todos ustedes se unen, este país triunfará. Amo a esta Corea. He
amado tanto a Corea. Ahora estoy aquí. Si ustedes se unen, se pueden sobreponer a
cualquier tentación. Tómense de la mano
los unos y los otros para tener unidad.
Igual como yo tomo sus manos, ustedes deben tomar las manos de todos los
demás. Yo los abrazaré a todos.
Si ustedes no se unen, más sangre fluirá de mis ojos y yo sufriré aun
más. Denme una limosna. Denle una limosna a esta Pordiosera
Celestial.
Ustedes vivirán en mi Inmaculado Corazón. Por lo tanto, alégrense y mantengan en sus corazones los asuntos
celestiales, deseen cosas celestiales, renuncien al amor propio y vayan por el
camino de la auto renunciación y del amor de una persona pequeña. Regresen a mi seno y sean un consuelo para
mí.
Enero 30, 1988
10:30 ~ 11:30 p.m.
Mientras estaba llorando mucho a causa de muchas clases de severos
dolores, la Santísima Madre se apareció y me llamó. Su apariencia era lo usual, pero se veía más alta que antes y
también muy triste y llena de dolores.
Ella habló íntima y amorosamente.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mi amada hija, quien tiene que experimentar tanto dolor! No derramé lágrimas en vano. Te llamé a ti, una niña débil y pobre, para
conducir a toda la raza humana al camino de la redención. Por lo tanto, ¿qué puedo hacer yo acerca de
tu sufrimiento? ¿Qué puedo hacer, si tú
te sientes triste? Así es que, no te
preocupes demasiado. Desde hace mucho
tiempo, te he estado templando con dolores de los fuegos de justicia. Además tú dijiste que Dios era duro. Yo lo puedo entender.
Se te ha dado mucho dolor. Tu
corazón está traspasado por una espada, deja de funcionar y se pone frío sobre
la cruz, lo cual es un terrible instrumento de tortura. Terribles dolores causados cuando te tuercen
tus brazos y piernas (con pesados palos de madera) y te aplastan el corazón. Tu corazón se paraliza a causa de las
innumerables flechas. Tu cuerpo se
llena de heridas por los latigazos y ya no lo puedes mover. Tu garganta se seca tanto que ni siquiera
puedes tragar saliva. Tu cabeza está
sangrando bajo la presión de la corona de espinas.
Pero te digo otra vez que, por medio de esos terribles dolores que
sufres, los ciegos espirituales verán, aquellos encadenados al mundo quedaran
libres y muchas almas prisioneras en la oscuridad regresarán al Inmaculado
Corazón.
No te preocupes por aquellos que están en contra de nosotros. Aquellos que tienen oídos oirán, aquellos
que tienen ojos verán, y aquellos que practican mis mensajes me están aceptando
y, por lo tanto, experimentarán la renovación de sus almas. Ellos seguramente verán el triunfo de mi Inmaculado
Corazón.
Por lo tanto, hija mía, alégrate en tus sufrimientos. Ofréceme todos tus dolores _aun los más
pequeños. La carga de pagar por los
pecados es pesada, pero yo estaré contigo cuando tú vayas subiendo el Monte
Calvario con Jesús por amor a Él.
¡An-nyoung!
Febrero 4, 1988
- Una visita del Padre
Raymond Spies.
El Padre Spies vino a ver al Arzobispo de Kwangju y también fue testigo
de las lágrimas de la estatua de la Santísima Madre en Naju.
Él llegó cerca de las 10 a.m. con la Hermana Dina y vio las lágrimas en
la estatua y empezó a celebrar Misa a las 11 a.m.
En la noche, la estatua se había movido hacia delante unos pasos,
mirando hacia una ventana lateral. El
Padre Spies estaba pensando en esto mientras se preparaba para celebrar
Misa. Él pensaba que, solamente si la
Santísima Madre lo quería, ella se podría regresar a su lugar original y mirar
hacia el altar. De esta manera, ella
podría participar mejor de la Misa.
"¿Debo regresarla a su lugar
original o la debo poner en el altar para que ella pueda ver mejor a la
gente? ¿Se regresará ella caminando a
su lugar? "
Con estos pensamientos en su mente, el Padre no tomó ninguna
decisión. Cuando la Misa comenzó, la
Santísima Madre dio una respuesta a través de mí. (Yo estaba oyendo Misa sentada en el piso a causa de los
dolores).
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Julia! Dile al Padre Spies que
Yo puedo regresar sola a mi lugar original, pero prefiero ser colocada allí por
el sacerdote. No me refiero solamente
al lugar original de la estatua, sino a
mi lugar original como la Madre de la Iglesia. Debo ser respetada por todos, pero en vez de eso, soy
despreciada, abandonada, descuidada, manejada sin atenciones, y evitada. Siento mucha tristeza en mi Corazón. Ayúdame rápidamente.
Cuando el Padre Spies oyó el mensaje,
me pidió que le ayudara a regresar la estatua a su lugar original. Me acerqué para ayudar a pesar de mi
dolor. Sin embargo, cuando extendí las
manos para ayudarle al sacerdote, casi grito de dolor, porque mis dos manos
estaban perforadas y sangrando.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Hija! Tú me debes ayudar desde
atrás ofreciéndome tus dolores.
Julia: Si, Madre. Haré tu voluntad.
Caí al suelo y entré en estado de éxtasis en el momento en que el
sacerdote estaba dando la bendición al final de la Misa. La Santísima Madre me mostró muchos niños que
iban camino del infierno, porque no tenían amor.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Hija, mira. He escogido
numerosas almas con amor, pero le están dando mucho dolor a mi Hijo Jesús
porque se consideran elevados y abandonan mis mensajes, lo cual representa una
traición. Jesús sigue sufriendo en la
Cruz, porque lo lastiman cruelmente y lo desprecian e insultan.
¡Hija mía! Mi Hijo Jesús pagó un
precio muy alto para salvar las pobres almas pecadoras _las almas que van
camino de la ruina debido a su hipocresía, ingratitud e indiferencia. No tengas ninguna duda al seguir mis deseos
de que ofrezcas tus sufrimientos amablemente para conducir a muchas almas al
camino de la salvación. También, debes
creer que cuando sufres mucho, acumulas mucha alegría en el Cielo.
Ya que mis mensajes están basados en el amor, la misericordia se
derramará a toda alma que se arrepienta y practique los mensajes.
¡Hija! Estoy siendo confortada
por el Padre Spies, quien es un alma sencilla y pequeña. Me regocijo, porque él ofrece su fidelidad y
amor con fervor.
¡Mi pequeña hija! ¡Mi hija que tiene que sufrir dolores! ¿Participarás
tú de la Pasión de Jesús para que muchas almas regresen al Señor?
Julia: Sí, Madre
LA SANTÍSIMA MADRE:
Recibe este dolor por amor al Papa, a los Cardenales, Obispos y
sacerdotes; también por la conversión de los pecadores.
Recibí intensos dolores de la Cruz, la corona de espinas y el
corazón. Cada vez que la gente peca,
lanzas, flechas y espadas filosas traspasan el corazón. Después de unos veinticinco minutos, el
Padre Spies sintió tanta compasión de mí que me dio su bendición, dando así fin
a los dolores.
Junio 5, 1988
- Fiesta de la Santa
Eucaristía (Corpus Christi)
Yo había estado en cama varios días a causa de los intensos dolores _ni
siquiera pude ir al baño. Me tuvieron
que ayudar varias personas. Pero era
una festividad muy grande y no me quería quedar en cama. Debido a los dolores, recé con más fervor
para que el Señor lavara la suciedad de mi alma y me ayudara a trabajar con más
efectividad como Su instrumento.
Mientras estaba rezando, fui a la iglesia, con el apoyo de otras
personas, y asistí a Misa. En la
iglesia, no me podía quedar sentada derecha y me tuvieron que ayudar Mark,
Philip y Martha. Era un dolor que
hubiera sido insoportable sin el Amor de Jesús. Lloré y ofrecí los dolores.
La Santísima Madre estaba extremadamente hermosa. Era de aproximadamente 1.65 mts. (5’ 5”) de
alto y tenía un rosario en su mano derecha.
Tenía un vestido blanco con un manto blanco desde su cabeza hasta los
pies. Las bastillas de su manto eran de
oro brillante. Su ardiente Inmaculado
Corazón era color rojo y parecía que se estuviera moviendo. Unas siete espadas traspasaron su
corazón. Bajo sus pies estaban tres
rosas _blanco, rojo y amarillo. Jesús
estaba sangrando y una brillante luz emanaba de todo Su Cuerpo como el
sol. Encima del crucifijo, estaba una paloma
blanca irradiando una brillante luz.
Julia: ¡Jesús! Muchos de tus hijos te quieren ver, pero no pueden porque no
saben cómo. Por favor, enciende un
fuego de amor en ellos. Yo ofreceré mis
sufrimientos, no obstante que son indignos, por ellos. Ayúdanos.
Aun en esto, no se haga mi voluntad sino la Tuya.
Recibí la Santa Comunión y, cuando regresaba a mi asiento sostenida por
Philip y Mark, sentí que mi boca se llenaba del Cuerpo y la Sangre de
Jesús. También percibí el olor de la
sangre. Entonces, sentí como si
estuviera flotando en el aire y caí al suelo.
En ese momento, oí la fuerte voz de Jesús que provenía del
tabernáculo.
JESÚS:
¡Mírame!
Me sorprendí mucho cuando vi en la dirección de la voz. Jesús estaba allí sangrando de una manera
muy miserable. La Sangre no caía al
suelo, sino en un hermoso cáliz y patena sobre el altar, que serían traídos a
nosotros por los sacerdotes. La
Santísima Madre, nuestra Mediadora, estaba de pie junto a Jesús.
Ella siempre está hermosa, y hoy, se veía especialmente ansiosa y muy
brillante. Ella tenía dolores, porque
Jesús estaba sangrando por Su Amor a nosotros.
Pero ella se regocija, porque al sangrar, Él viene a nosotros, los
pecadores, y al recibirlo nosotros, nos renovamos y nos unimos con Él. Por esta razón, la Santísima Madre desea y
ruega que todos y cada uno de nosotros renunciemos a nosotros mismos y
recibamos la Santa Eucaristía con un corazón limpio. Jesús habla.
JESÚS:
Todavía estoy sangrando en la Cruz para salvar a toda la especie humana
y Mi Sangre no fluirá en vano. Soy el
Transfusor que lava tus pecados sucios.
Mi preciosa Sangre es una medicina especial que abrirá los ojos de las
almas enfermas y despertará las almas dormidas _por medio de los
sacerdotes. Me siento tan mal porque la
gente Me recibe por hábito y con indiferencia.
Deseo derramar todo Mi Amor sobre todas las almas de esta tierra. Ayudarlos a participar del banquete
celestial (el Santísimo Sacramento).
Mi Madre María a menudo ha recomendado las confesiones frecuentes. Pero muchos niños hacen la Confesión sin un
sincero arrepentimiento o además tratan de comulgar sin ir a confesarse (cuando sea necesario). Una Confesión por hábito o sin un verdadero
arrepentimiento es un insulto para Mí y no le permitirá a esa persona el
verme. Por lo tanto, déjame trabajar
dentro de ti, confesando tus pecados con sincero arrepentimiento.
También te quiero decir que deseo derramar todo Mi Amor sobre todos los
niños de este mundo, pero demasiados de ellos no pueden estar conmigo porque no
van a confesarse.
Aquellos niños que tengan un verdadero arrepentimiento y un deseo de
estar conmigo pero no pueden ir a Confesarse pueden comulgar si prometen hacer
una buena Confesión. Pero si no cumplen
esa promesa, eso constituirá un sacrilegio aún mayor. Cuando se cumpla la promesa, Yo encenderé un fuego de amor más
grande en ellos, que en el caso de una Confesión por simple hábito.
Es Mi Amor el que me impulsó a venir a este mundo y llamar a los
pecadores, en lugar de los justos.
Quiero que todos, sin excepciones, me pertenezcan a Mí, y confío en que
Mi Madre María lo logrará. Por lo
tanto, al seguirla a ella, me estarán siguiendo a Mí.
Vengan ahora, todos los niños del mundo. Hoy, como siempre, me ofrezco como sacrificio y los estoy
esperando. Reunámonos en la mesa
celestial y compartamos El Amor. Cuando
ustedes abran totalmente su corazón y regresen a Mí, Yo no cuestionaré su
pasado, sino que les daré la copa de bendiciones a ustedes.
¡Mi pequeña alma! Te lo pido
otra vez. Reza por el Papa, Mi Vicario,
por todos los Cardenales, Obispos y sacerdotes. Ofrece sacrificios y reparaciones sin cesar para que ellos
cumplan con sus deberes con lealtad.
Quiero que ellos me sigan a Mí con auto renunciación y pobreza. Les confié todo el trabajo a ellos, y por lo
tanto, todas las celebraciones litúrgicas que ellos ofrecen son lo que Yo
ofrezco. Sin penitencia, ¿cómo Me
pueden seguir? Quiero que ofrezcas más
sufrimientos y reparaciones para que ellos puedan cumplir con sus deberes
fielmente. Sacrificios pequeños y
escondidos es lo que conforta a Mi Corazón y ayuda a que las preciosas gracias
puedan fluir hacia todas las personas.
Envío mi Amor constantemente a Mi Sumo Pontífice, el Papa, los
Cardenales, los Obispos y los sacerdotes.
Mi Madre les ayudará a ellos para que Mi Amor pueda fluir abundantemente
a todas las almas. Tengan una confianza
total en Mi Madre.
Jesús dio una bendición y yo hice la Señal de la Cruz. Al salir de mi éxtasis, el Padre también
estaba dando la bendición al final de la Misa.
Vi que mi cuerpo había regresado a una condición saludable normal. Los que vieron esto estaban encantados y
sorprendidos.
Julia: ¡Verdaderamente buen Jesús! Tienes un amor tan grande por los
pecadores. Yo soy una pecadora que
merece la muerte, pero Tú derramaste Tu Sangre por mí. Ni siquiera puedo encontrar palabras para
expresar mi gratitud.
¡Jesús! Cuando Tu precioso Amor sea comunicado a
todo el mundo, éste se convertirá en un paraíso. Pero qué triste es que tantos de Tus hijos no entienden este
precioso Amor, hacen sus propios juicios y van camino al infierno. Te sientes tan solo a causa de esto.
¡Jesús! Soy tuya, aunque soy indigna. Haz que yo sea Tu morada y que te
conforte.
Julio 24, 1988
9:30 p.m. ~ 12:30 a.m.
Cerca de las 9 p.m., de repente perdí la energía en todo mi cuerpo y caí
al suelo. Subí a mi cuarto sostenida
por otros, donde estuve batallando con tremendos dolores. Un rato después, entré en éxtasis y vi el
Cielo, el Purgatorio y el infierno.
Era un mundo diferente. ¡Una
diferencia tan grande! Los niños
salvados estaban compartiendo paz, alegría y amor en el jardín de flores, pero
los condenados estaban ardiendo en las intensas llamas con resentimiento y
odio.
El Cielo -
Nuestro Verdadero
Hogar
Innumerables ángeles estaban tocando una sinfonía hermosa y majestuosa
dándole la bienvenida a las almas que estaban entrando al Cielo. También, numerosos Santos les estaban dando
la bienvenida con fuertes aclamaciones de júbilo. Jesús los estaba esperando con brazos abiertos, y la Santísima
Madre extendía sus manos para sostenerlos.
Dios Padre sonrió, expresando una bienvenida en sus ojos. San José también les daba la bienvenida.
Era un lugar sin celos ni resentimientos. Todos compartían el amor unos con otros. Estaba lleno de amor, paz y alegría. Era un lugar de banquete celestial donde uno
no tiene hambre aun sin haber comido.
La Santísima Madre preparaba coronas de flores y las colocaba sobre la
gente, quienes estaban bailando tomados de las manos. En el jardín de flores, Jesús y la Santísima Madre, juntos,
levantaban el manto de ella, y todos entraban al interior del manto. Todos eran humildes con todos y mantenían el
orden para no molestar a los demás. Sus
caras estaban llenas de sonrisas y estaban hermosas.
Purgatorio
Es un lugar donde uno debe caminar hacia las terribles llamas del
fuego. Allí, uno cumple con la
penitencia no terminada en este mundo y se purifica.
Es un lugar muy lejos donde aquellos que mueren en gracia pero que
tienen reparaciones sin terminar deben seguir por el camino de expiación. Cuando están completamente purificados, son
llevados al Cielo por los ángeles con la ayuda de la Santísima Madre. El proceso se puede acelerar si nosotros en
este mundo rezamos por ellos. También
los podemos ayudar al hacer sacrificios y penitencia por ellos.
Será demasiado tarde para arrepentirse por no haber hecho penitencia en
este mundo. Por lo tanto, mientras
todavía estén vivos en este mundo, uno debe ofrecer amor constantemente por
medio de servicios a los demás.
Infierno
Cuando los ángeles atan las manos de las almas condenadas y las dejan
caer, los demonios las arrebatan violentamente. Después, las almas caen en las llamas del fuego. Es un lugar de perdición eterna. Es inútil, no importa cuanto uno pueda
arrepentirse y batallar. Es un mar de
fuego lleno de odio. ¿Quién tomará sus manos? Nadie.
La gente lucha como una persona
que se está ahogando y tratando de agarrarse aunque sea de una paja, pero
solamente corren en el fuego, se destrozan los unos a los otros, y tratan de
quitarles la comida a los demás, pero toda la comida se quema en el fuego, y
nadie puede comer nada. Por lo tanto,
gruñen con ojos que se les salen. Se
convierten en horribles demonios.
Era una terrible escena que uno ni siquiera podía ver.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Hija, ¿viste eso?
Yo, tu Madre, soy el hilo que conecta el Cielo y la tierra. Mi Corazón tiene tanto dolor, porque los
errores abundan en todo el mundo y penetran aun en mis hijos escogidos a un
nivel muy alto.
Es por eso que quiero enviar mi voz a los niños del mundo por medio de
ti. Quiero dejarlos que reconozcan la
luz que viene constantemente de mi Hijo Jesús y que entiendan mi amor. Quiero exhortarlos (pedirles) que salgan de
la oscuridad en la cual están cayendo ahora.
¡Mi pequeña hija, quien se regocija al sufrir dolores por amor a mi Hijo
Jesús y a mí! Mi Corazón está tan
ofendido, porque muchos niños que han sido llamados al Cielo van camino del
Purgatorio y del infierno.
Aun algunos de mis sacerdotes, a quienes quiero tanto que los podría
colocar en mis ojos sin sentir dolor alguno, van camino del Purgatorio y del
infierno. Quiero salvarlos por medio de
ti, la más pobre. Cuando tú aceptas y
ofreces bien los sufrimientos, entonces alivias mis heridas con aceite
fragante.
Julia: Pero Madre, yo soy tan
incapaz. Muchas veces, no puedo
satisfacer tu Corazón, y muchas veces, es difícil renunciar a mí misma totalmente por amor a Ti.
¡Ayúdame, Madre!, ¡Nuestro
escudo y consoladora! Me pongo
totalmente en tus manos, yo tan débil e indigna, para que se haga tu
voluntad.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Aún en este mismo momento, numerosas almas van camino del infierno. Deseo salvarlas por medio de tus sacrificios
y sufrimientos. ¿Tomarás tú parte en
los sufrimientos?
Julia: ¡Sí, mi Madre! ¡Qué regocijo es el poder sufrir contigo por
la conversión de muchas almas!
Antes de conocerte, yo
estaba tan infeliz y miserable. Pero
ahora le doy gracias a Dios y a Ti por permitirme tomar parte en los sufrimientos,
a pesar de mi indignidad.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Ahora, ¡mi querida hija!, ¡mi amada hija que pide más sufrimientos!
Ahora tú tienes dolores. ¡Pero hija!,
yo sufro dolores más grandes que los tuyos.
Julia: ¡Madre! déjame tener todos esos dolores. ¿Acaso tú, nuestra querida Madre, tiene que
sufrir estos grandes dolores?
LA SANTÍSIMA MADRE:
Por medio de los dolores que tú y yo sufrimos, los niños que están
hundidos en los errores serán salvados y las almas sucias serán lavadas por la
preciosa Sangre de mi Hijo Jesús y salvadas por admirables milagros.
Julia: Madre, me ofrezco verdadera y
totalmente a ti.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Hija!, ¡mi hija que tiene que sufrir! Aun cuando tus sacrificios y penitencias
sean pesados en este mundo, yo sostendré tus manos. Por lo tanto, no te preocupes, yo estaré a tu lado.
Julia: ¡Madre, soy tan indigna!, ¿Cómo
puedo atreverme a pensar cosas grandes?
Si muchas almas pueden ir al Señor al sufrir los dolores del infierno,
entonces lo haré con gusto. Deseo
ofrecer mis dolores con amor y alegría de acuerdo a tu voluntad, para salvar
aunque sea un alma más.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Sí, hija mía! Por eso te amo
tanto. Tal corazón se derramará sobre
el mundo y hará que los ciegos espirituales puedan ver y que las almas enfermas
sanen. Pero si no quieren responder a
mis llamadas, ya no podré hacer nada después de su muerte. Porque, en ese momento, la justicia de mi
Hijo Jesús se cumplirá. Los malos se
avergonzarán y se arrepentirán, pero ya será demasiado tarde.
Terribles Dolores del
Infierno
Yo estaba llorando y gritando con una desesperación tan extrema que no
puede ser ni siquiera imaginada por la mente humana.
La Santísima Madre está sufriendo y llamándonos sin cesar para evitar
que vayamos al abismo maldito donde las almas condenadas y separadas de Dios
son castigadas de muchas formas diferentes bajo el justo juicio de Jesús
_lamentándose amargamente, gritando, arrepintiéndose, y luchando en vano. Debemos decir “Si” a tantas y tantas llamadas de Nuestra Madre.
Julio 27, 1988
Desde las 11:30 p.m. hasta las 2 a.m., recibí los dolores de parto. Mi vientre comenzó a dolerme intensamente y
mis ojos también me dolían mucho, como si estuvieran picados por espinas, tanto
que no podía abrir los ojos.
La Santísima Madre estaba curando las heridas de los bebés que nunca
habían nacidos pero que fueron abortados.
Los dolores del parto eran en expiación por los pecados de las madres
que mataron a sus bebés antes de que nacieran.
A través de mis dolores, Nuestra Madre María les estaba dando el agua de
la fuente de gracia para su arrepentimiento.
Si hacemos un esfuerzo y confiamos todo a nuestra Madre, seremos
confortados. Los dolores en mis ojos
eran debido a los dolores que la Santísima Madre sufre en sus ojos cuando ella
ve los numerosos pecados de los humanos.
Yo no podía ver a la Santísima Madre, pero escuché su voz.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Hija! Siento ansiedad cuando te
veo sufrir tanto. Pero me siento
confortada por tu disponibilidad de sacrificar hasta tu propia vida por muchas
almas, ya que ellos se arrepentirán gracias a tus sufrimientos.
Julia: ¡Madre! Realmente soy una pecadora muy indigna. Esta pecadora te pertenece totalmente a ti. Que se haga tu voluntad.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Gracias, hija mía! Crees que
eres indigna, pero ya que toda tú eres preciosa para mi, tú también eres un
instrumento indispensable para mí.
Julia: ¡Madre! Soy solamente un instrumento indigno. No escatimaré nada para mi Señor, aun si ello significa una total
laceración y destrucción de mi cuerpo.
Ayúdame a caminar hacia ti, Madre, como un instrumento útil.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¿No te duelen mucho los ojos en este momento?
Julia: Sí, Madre, sí me duelen
mucho.
LA SANTÍSIMA MADRE:
No puedo ver esos numerosos pecados cometidos con los ojos. Tú y yo estamos haciendo penitencia por esos
pecados. Tú también estas sufriendo los
dolores de los bebés abortados y por la conversión de esas pobres almas que
realizan los abortos. Estos dolores no
serán en vano.
Julia: Madre, gracias. Haz un mayor uso de mí, tu instrumento.
Estos sufrimientos terminaron, pero no me podía dormir a causa de los
otros dolores. Yo los pude soportar
porque el Señor estaba conmigo. Todavía
no podía abrir los ojos.
Julio 29, 1988
Sufrí los dolores del parto y los dolores de los bebés no nacidos
quienes luchaban y gritaban para que no los mataran.
Era viernes, un día de descanso, pero en la mañana había trece
visitantes que tenían lepra. A pesar de
los dolores, salí sostenida por otras personas y los saludé y les besé las
manos. Rece por ellos con fervor.
Al estar luchando sola con los dolores en el cuarto, Mark y Martha
vinieron a decirme adiós antes de iniciar el viaje a su casa después de tantos
días de trabajo. Eran las 3:40
p.m. Mi abdomen se estaba haciendo más
grande y empezaron los dolores de parto y de los bebés no nacidos. Entré en éxtasis y oí a la Santísima Madre
hablando.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Mi amada hija! ¿Puedes soportar
más dolor?
Julia: ¡Sí, Madre! Aceptaré cualquier dolor, solamente si les
ayudas a salvarse.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Gracias, hija mía! Hoy cinco
mil almas se convertirán y serán ofrecidas a Dios gracias a tus
sufrimientos. Debemos hacer que muchas
personas sepan que estamos sufriendo por ellos. Muchas almas también recibirán la gracia de la conversión al
conocer acerca de las imágenes de los bebés abortados.
La gente va por el camino del infierno, porque cometen crueles
asesinatos y sin embargo no saben que son asesinos. A estas pequeñas vidas se les quita su dignidad humana y reciben
terribles castigos que sus padres se merecen.
¿Qué acaso estos castigos no son demasiado crueles para ellos?
Estoy abrumada por el dolor, porque estas inocentes vidas, preciosas
vidas dadas por Dios, son cruelmente pisoteadas, brutalmente hechas como masa, aplastadas,
desgarradas y asesinadas por padres ignorantes e indiferentes.
Por eso, te quiero mostrar a estos pequeños bebés rogando por sus vidas
y, de ese modo, convertir a muchos pecadores y traerlos de regreso a mí. Diles a todos que un pequeño bebé no es un
pedazo de carne sangriento, sino que tiene vida desde el momento de la
concepción en el vientre de la madre.
Julia: ¡Sí, Madre! Que todos tus deseos se cumplan.
Los dolores empezaron al tomar la postura de un bebé no nacido _con los
brazos cruzados, las manos en las rodillas y las piernas en cuclillas.
"¡No! ¡No! ¡No"
- estos eran fuertes gritos con motivo de los dolores causados por los
aceros usados para matar los bebés.
Era difícil describir los gritos de los bebés.
"¡Mamita! ¡Mamita! ¡Mamita!"
Estas pequeñas vidas estaban
tratando de evitar los aceros llamando a sus madres muchísimas veces.
Con la postura de un bebé, yo estaba brincando y rodando en el cuarto y
retorciéndome con dolores. Mark y
Martha no podían controlarme y, por lo tanto, llamaron a otras personas para
que vinieran a ayudar. Todos quedaron
agotados.
Un bebé no nacido que quiere vivir le ruega a su madre.
Bebé: ¡No, Mamita! ¡No, Mamita! ¡No,
Mamita! ¡Quiero vivir, Mamita! ¡Déjame vivir! ¡Mamita, déjame vivir! ¡Mamita!
¡Mamita! ¡Mamita!!!...
Repitiendo estos gritos muchísimas veces, el bebé luchaba por su
vida. Yo no había comido ese día y estaba
totalmente agotada. Si no fuera por un
misterio sobrenatural, no hubiera
podido haber brincado con tanta fuerza durante tres horas. Sufrí los dolores de ser asesinada cuatro
veces después de haber luchado....
Los que estaban presentes en el cuarto lloraron tanto que no podían ni
siquiera rezar.
Julia: ¡Alabanza y gloria al Señor...!
Septiembre 14, 1988
Mientras buscaba al Señor en medio de los dolores, escuché la voz del
Señor.
JESÚS:
¡Niños! Miren. El demonio tratará de quitarles la fe y la
confianza (en Mí). No deben pensar que
esas cosas no sucederán. Entren en mi
Sagrado Corazón y profundicen su entendimiento de Mi Corazón y Mi Amor. Nunca pierdan la confianza ni siquiera
brevemente para que el demonio no pueda entrar en sus corazones. Cuando a ustedes les falta confianza, no
sólo lastiman Mi Corazón, sino que también entristecen a Dios Padre.
Estén seguros de que el único camino que deben seguir es el del amor, el
camino del amor de una persona pequeña.
Hasta que no lleguen al Reino Celestial por este camino, confiando
totalmente en Mí, vivan únicamente para el amor y conserven un corazón amoroso
a través de los sufrimientos, aun si sus sufrimientos son constantes. Aun cuando cometan errores al usar mal su
libre albedrío, Yo todavía los amo.
Saben bien que no los abandonaré.
Noviembre 6, 1988
-Domingo
¡Cómo extraño a Akita! Todavía
me siento mal de que no hayamos pasado ni una noche o de que no tuviéramos
suficiente tiempo para hacer oración en Akita, mientras que en Tokio nos
quedamos dos noches. Pero me regocijo
al recordar que el Obispo Ito, la Hermana Sasagawa y otras Hermanas Japonesas
estaban felices y fascinadas por las fotografías de la estatua de la Santísima
Madre en Naju llorando sangre por los sacerdotes (tomadas en Abril 23, 1987) y que todos compartíamos el mismo amor
por la Santísima Madre.
A las 11 a.m., asistimos a Misa en el Salón Franciscano. La Misa fue celebrada por el Cardenal
Stephen Kim, el Pastor (Japonés), y también el Padre Ki Sun Oh, el Padre Keum
Koo Chang y el Padre Il Kim, quienes vinieron a Japón conmigo.
Fue una alegría especial el ver a nuestro Cardenal en Japón. En Mayo de 1987, asistí a la Misa celebrada
por el Cardenal Stephen Kim en Manila, Filipinas, celebrando la inauguración de
la estatua del Padre Andrés Kim.
¡Ahora estábamos en Japón ofreciendo juntos la Misa otra vez!
En el momento de la consagración, se oyó un sonido de viento desde
arriba, y el área de adelante detrás del Cardenal se llenó de neblina. Luego vi a la Santísima Madre
_extremadamente bella, vistiendo un vestido blanco y un manto blanco. Se veía exactamente como en Naju. Estaba de pie un poco más alta que el Cardenal,
con un rosario en su mano derecha y rezando.
Parecía que estaba parada sobre nubes.
Al ir extendiendo sus brazos, una luz brillante salía de sus manos como
rayos de sol y brillaba sobre el Cardenal, los sacerdotes y los fieles
presentes.
Entonces, su apariencia se hizo como la estatua de madera de Akita. Su voz bella y suave era igual que la de
Naju.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Mírame. ¿Acaso mi apariencia
actual no es como la estatua de madera en Akita?
Mis imágenes simbólicas se ven un poco diferentes las unas de las otras,
pero soy la misma Madre en el Cielo quien se ha estado apareciendo y rogando
con lágrimas en muchos lugares del mundo.
Escucha bien. Soy yo quien te
trajo aquí. No es por accidente que
está siendo celebrada una Misa aquí por el Cardenal y el Padre Oh de
Corea. Quiero unirlos a todos ustedes en
uno solo _el Cardenal, sacerdotes, laicos...
y Japón y Corea_ con un hilo de amor.
Te lo pido, porque se necesitan más oraciones para la unidad.
Estos tiempos se están haciendo muy malos. Porque las gentes debieran confiar todo a mi Inmaculado Corazón
pero no lo están haciendo, caen en tentaciones de los demonios. Por lo tanto, cometen errores absurdos
insistiendo que la maldad es buena.
Es necesario hacer mayores sacrificios y más auto-renunciación, porque
la mayoría de los pastores están cayendo en errores, ya que no llevan una vida
conforme a los evangelios.
Aun dentro de los países, la gente se está peleando dividida en lugar de
unirse y están pisoteando la paz al odiarse en lugar de amarse los unos a los
otros. Por lo tanto, el fuego en mi
Inmaculado Corazón está ardiendo intensamente, porque las gentes no están
practicando mis mensajes, se hacen esclavos fanáticos del mundo, cierran sus
corazones a las preciosas oportunidades de compartir el amor y están
desperdiciando todo a causa de su egoísmo.
Estos son tiempos cuando las naciones se enfrentan unas a otras,
haciendo que la maldad se extienda en todas las direcciones y haciendo los
peligros más inminentes. Pido más
oraciones con confianza y amor para que los países se puedan unir con los
demás, que los individuos se unan y, por lo tanto, que el Reino del Sagrado
Corazón se pueda establecer.
Diciembre 8, 1988
- Fiesta de la Inmaculada
Concepción
Fue una gran fiesta de la Santísima Madre y el primer aniversario del
movimiento de la estatua de la Santísima Madre que llora del departamento a la
Capilla. Por lo tanto, decidimos tener
una reunión de oración nocturna después de que el Pastor y el Padre Spies
otorgaran el permiso.
Yo había planeado ofrecer oraciones de preparación en la Capilla con
Rufino, el administrador de la Capilla, e iniciar una visitación de la Santa
Eucaristía después de las 10:30 p.m.
Pero hubo varias llamadas telefónicas y también yo estaba felicitando al
Padre Spies en la gran festividad. Ya
eran las 10:17 p.m. y me apuré hacia la Capilla. En la Capilla, hice la Señal de la Cruz con agua bendita y empecé a cantar, "Jesús está crucificado sobre la Cruz.."
Mientras estaba cantando y acercándome a la
estatua, observé lágrimas de sangre que escurrían en la estatua.
En este momento, Rufino estaba prendiendo las velas delante de la
estatua e Immanuel, quien estaba visitando Naju y venía de Onyang (otra ciudad en Corea), estaba viendo un
video (sobre Naju) en el cuarto de
atrás. Rufino y yo observamos de cerca
la estatua y vimos las lágrimas de sangre que estaban llegando a los pies. Eran lágrimas mezcladas con algo de
sangre.
Rufino, Immanuel y yo estábamos cantando y rezando delante de la estatua
y, cerca de las 10:30 p.m., entré en éxtasis.
La Santísima Madre tenía un rosario y estaba llorando de la manera
usual. Se veía tan hermosa y
amable. Sus lágrimas siguieron fluyendo
hasta alcanzar sus pies. Eran lágrimas
de misericordia y amor. Ella vino a
este mundo como la Asistente de Jesús para lavar y sanar a los pecadores. Ella habló con una hermosa y amable
voz.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Llamaré al Pastor. Hasta el
momento, los demonios han estado usando todos los medios disponibles para
evitar la cooperación con el Pastor y para causar divisiones. Por esta razón, debes estar despierta y
rezar con más ganas por el Pastor y por el Padre Spies. Yo haré brillar la luz de mi Inmaculado
Corazón sobre todos ustedes para que trabajen juntos por la unidad.
Yo los llamé (al Pastor y al Padre
Spies) para que trabajen juntos, tomando mis manos, y que vayan camino del
martirio. Ahora irán por ese
camino. Mantén una mayor cooperación
con el Padre Spies. Este trabajo no es
el que Julia, quien es indigna y débil, está haciendo. Julia es solamente un canal. El trabajo lo estoy haciendo yo.
¡Oh, mis amados hijos!
Demasiados de ustedes van camino al infierno. Pídele al Obispo que restaure mi posición en la Iglesia. Entonces, mis mensajes se difundirán por
todo el mundo y la gente cambiará sus vidas, serán liberados del camino que
conduce al infierno, se convertirán, y comenzarán a caminar hacia el Cielo, y
por lo tanto, disminuirá la justa ira de Dios Padre.
Julia: ¡Madre! Aun ahora, ¿qué no hay muchos de tus hijos que se están
convirtiendo y cambiando sus vidas al aceptar tu llamado?
LA SANTÍSIMA MADRE:
Pero un enorme número de mis hijos van camino del infierno. Te lo preguntaré de nuevo, porque estoy muy
ansiosa. ¿Quieres verlo, hija mía?
Julia: Sí, Madre. Por favor, muéstramelo.
LA SANTÍSIMA MADRE:
¡Sí, mí amada hija! ¡Mi querida
hija quien tiene que sufrir dolores!
¡Ahora, mira! Mira los niños que
van camino al infierno por juzgar y criticar a otros.
Grité cuando vi la escena.
Julia: ¡Oh, no! ¡Oh, no!
¡Madre! ¡Jesús!
No lo podía ver, porque era muy horrible. Cada vez que la gente juzga y critica a otros, salen gusanos
(larvas) de sus bocas. Entonces, los
gusanos caen a la tierra y se unen con los demonios. Estos gusanos se arrastraban hacia otras personas descuidadas y
las hacían pecar, también.
Por otro lado, cuando la gente hablaba bien de otros con amor, bellas
melodías fluían de sus bocas y derretían los gusanos con el fuego del
amor.
Tantos niños eran gobernados y controlados por los demonios, porque se
odiaban y no se perdonaban los unos a los otros. Los gusanos no se podían matar, sin importar cuántas veces los
pisoteaban, pero simplemente se derretían cuando la gente practicaba el amor y
la caridad por medio de sacrificios y ganaban la batalla espiritual. Pero había muy pocas personas, entre tantos,
que deseaban practicar el amor por medio del sufrimiento.
LA SANTÍSIMA MADRE:
Hija, ¿viste eso? Es por eso que
la justa ira de Dios Padre ha alcanzado un nivel extremadamente alto y el
castigo está cerca.
Grité fuertemente.
Julia: Por favor perdona a los numerosos
pecadores. Si ellos se pueden convertir
al sufrir yo los dolores del infierno, me ofreceré toda completa por ellos. Yo
he merecido el infierno desde hace mucho tiempo...
He podido dar un poco de
amor, porque tú me has llamado a mí, que soy tan pobre y miserable. Además, me has permitido ver al Señor y a mi
Madre. El participar en el sufrimiento
ha sido mi deber.
Pido que se haga la Voluntad
del Señor por medio de esta vergonzosa pecadora con seguridad. No puedo evitar el estar feliz, aun si voy
al infierno. Por lo tanto, no los
castigues a ellos.
Le rogué en voz tan alta que otros que estaban presentes me oyeron
gritar, "¡No!"
LA SANTÍSIMA MADRE:
Sí, gracias. Reza con ese tipo
de sacrificio profundo y auto-renuncia.
Cuando tú ofreces sufrimientos amablemente y sin desesperanza a pesar de
tantos tipos de críticas y calumnias, el Señor salvará a muchos pecadores de
las miserias del pecado y estará contigo.
Los sufrimientos, tantos sufrimientos... esto es lo que recibirás en el curso de tu vida conforme lo has
pedido.
¡Mi pequeña alma, quien se angustia aun sobre errores pequeños y hace
nuevas resoluciones! Me regocijo en
ti. A través de los errores, dominas
el orgullo y puedes alcanzar el nivel más alto de perfección a través de la
humildad.
Ten una mayor confianza en mí. Sígueme con mayor valor. ¡An-nyoung!
Salí del éxtasis cerca de la medianoche. No podía mover mi cuerpo y me llevaron en una camilla a la
Oficina de la Capilla, donde me quedé con la Santísima Madre. Pero, como mucha
gente se estaba reuniendo a mi alrededor en lugar de rezar, sentí tristeza y
pedí que me llevaran al cuarto de arriba. Siete personas tuvieron que ayudar. La Santísima Madre estaba llorando con
grandes dolores (pesares).
Julia: ¡Madre del Señor! Gracias. No
puedo dejar de agradecerte siempre, porque mientras más sufrimientos tenga yo,
más pecadores se convertirán. No quiero
guardar nada para mí, si mis indignos sufrimientos pueden ser usados para hacer
la Voluntad del Señor.
Que el Señor sea glorificado
por medio de mis sufrimientos y permita que esta indigna y pobre pecadora le
ofrezca gratitud sin fin.
¡Oh,
mi Madre María! Quiero ser tu hija que
te dé solamente alegría. ¡Ayúdame!
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